Jessika Trancik: cómo estimular la innovación
Para la profesora del MIT Jessika Trancik, "votar para elegir representantes que vayan a apoyar las políticas de cambio climático tiene mucha importancia. No porque ellos mismos nos vayan a aportar ese cambio, sino porque idealmente adoptarían políticas que generarían competencia en el sector privado, a través de la generación de incentivos públicos que estimulen la innovación; lo cual aceleraría la transición energética".
Trancik ha desarrollado teorías y modelos de predicción para entender por qué algunas tecnologías mejoran más rápido que otras, y muchos de ellos se han aplicado a tecnologías energéticas nuevas y en desarrollo, como la energía solar y las baterías, y a sistemas de electricidad y transporte. También ha creado modelos para predecir el cambio tecnológico que sirven de base para el diseño de ingeniería, la política pública y las carteras de inversión, y su trabajo también se usa para fundamentar la política de innovación de los gobiernos y ha sido adoptado por diversas industrias.
Gracias a la Fundación Rafael del Pino, conocimos de primera mano los detalles de su actividad en el Institute for Data, Systems and Society del MIT.
FEDERICO FERNÁNDEZ DE SANTOS: ¿Cuáles serían, desde su perspectiva como investigadora, los factores más ignorados o infravalorados en nuestra sociedad que pueden habilitar una innovación rápida? ¿Qué conocemos, pero no utilizamos suficientemente?
JESSIKA TRANCIK: Diría que votar por una política climática es determinante. Votar para elegir representantes que vayan a apoyar las políticas de cambio climático tiene mucha importancia. No porque ellos mismos nos vayan a aportar ese cambio, sino porque idealmente adoptarían políticas que generarían competencia en el sector privado, a través de la generación de incentivos públicos que estimulen la innovación; lo cual aceleraría la transición energética.
Nosotros, como individuos, también hemos de considerar nuestra huella de carbono personal, y cómo disminuirla. Por ejemplo, si compramos un vehículo eléctrico reducimos nuestras emisiones individuales en un 30%, y si ello es el 50% de nuestras emisiones particulares, la reducción neta será del 15, una disminución sustancial. Hay también otras decisiones que las personas podemos tomar en relación a la adquisición de energía limpia.
Si hablamos de empresas, tenemos que reconocer que estamos en un lugar diferente a donde estábamos hace una década. Existe un nuevo contexto y gracias a la energía solar, la eólica, las baterías de litio… se pueden adoptar soluciones distintas y, de una forma más comprensiva, pensar en infraestructuras que permitan la descarbonización. Hay mucho más espacio para que el sector privado aporte innovaciones.
Votar para elegir representantes que vayan a apoyar las políticas de cambio climático es determinante. No porque ellos mismos vayan a aportar ese cambio, sino porque promoverían incentivos públicos para estimular la innovación en el sector privado
Respecto de las políticas gubernamentales, deberíamos resaltar esas lecciones acerca de lo que funciona y lo que no; para, desde ahí, promover la innovación tecnológica. Los gobiernos, en sus actitudes, han de ser más decididos respecto del apoyo de los caminos de transición energética hacia un futuro limpio, y partiendo del análisis y las lecciones que ya se han aprendido, ser más firmes en su dirección.
F.F.S.: La Unión Europea está haciendo grandes esfuerzos tecnológicos y financieros en la transición verde, pero sus emisiones solo representan el 4 % de las emisiones globales. ¿Son todo lo efectivas que podrían ser esas inversiones? ¿Y si esos esfuerzos se destinasen a países emergentes, u otros entornos más contaminantes, no tendrían un impacto mayor?
J.T.: Desde la perspectiva de la innovación tecnológica, a la cual me dedico, y tras analizar cómo mejoran las tecnologías y cómo funciona todo este proceso de transición, mi conclusión es que lo que importante no es tanto si utilizamos los fondos de una manera inteligente, sino si estimulamos la innovación y la mejora tecnológica.
Para nada es mala idea hacer progresar las tecnologías en economías que están más avanzadas en sus curvas de crecimiento económico, ya que esto favorecerá que alcancen un punto en el cual podrán ser adoptadas por otros entornos. Además, si se hace bien, durante el proceso se mantendrá y retendrá la competitividad de la economía propia.
En el caso de las firmas danesas que están implicadas en el desarrollo de plataformas eólicas en el mar, recibieron el apoyo del gobierno, que incentivó la transición y, como consecuencia, mejoró la tecnología. Hoy esta innovación puede utilizarse en cualquier sitio y las empresas que quisieron hacer avanzar esas tecnologías son actualmente competitivas en los mercados globales. Esto no quiere decir que haya que esperar a las tecnologías para reducir las emisiones en otros entornos. India está progresando mucho en la utilización de tecnologías con bajas emisiones de CO2, al igual que China, uno de los mayores emisores. Dado que me dedico a “mirar bajo el capó” de estas tecnologías y de su evolución, puedo constatar que quien ocupe las primeras posiciones en la descarbonización tendrá retornos elevados.
Hacer progresar las tecnologías en economías más avanzadas en sus curvas de crecimiento no es una mala idea, ya que esto favorecerá que alcancen un punto en el cual podrán ser adoptadas por otros entornos y ellas mismas mantendrán la competitividad de su propia economía
F.F.S.: El ejército de EE.UU. ocuparía, si fuese un país, el puesto 47 entre los países emisores de CO2. DARPA está desarrollando centrales nucleares modulares que, teniendo en cuenta el crecimiento de consumo de energía eléctrica previsto (no solo está electrificando sus vehículos, sino que el futuro tecnológico militar demanda cada vez más consumo eléctrico), tiene lógica. En cambio, Alemania ha cerrado más de una veintena de plantas nucleares e incrementa su consumo de carbón, como consecuencia de la guerra de Ucrania y el consiguiente cierre del gas. ¿Por qué estamos en un escenario tan contradictorio?
J.T.: La fisión nuclear es hoy considerada más aceptable por algunas sociedades, como es el caso de Francia, donde el 70% de la electricidad proviene de centrales nucleares; mientras que en otras, como es el caso de Japón después de Fukushima, se ha producido una reacción contra este tipo de energía. La situación varía dependiendo del país y de la aceptación social. Esa es la realidad del mundo en que vivimos, donde existen diferentes perspectivas. No debemos extrañarnos porque las sociedades perciban el riesgo de distinta manera. En términos de combatir la crisis climática, es importante mantener la fisión nuclear sobre la mesa, como opción de energía limpia, aunque el rol de la nuclear en la transición energética verde está aún por determinar.
En términos de combatir la crisis climática, es importante mantener la fisión nuclear sobre la mesa, como opción de energía limpia, aunque el rol de la nuclear en la transición energética verde está aún por determinar
Hay mucha incertidumbre respecto al futuro, pero es fundamental conservarla como una alternativa, investigando nuevos diseños para reactores que sean cada vez más competitivos a nivel de costes y potencialmente más aceptables desde una perspectiva social. Para mí, son un elemento más del portfolio de tecnologías de energías limpias a nuestra disposición y es fundamental para quienes están invirtiendo en investigación y desarrollo mantenerlo como un elemento significativo, sobre todo en mercados donde este tipo de energía es aceptable. A la hora de analizar los diversos caminos para la descarbonización, la nuclear es uno de ellos, pero no el único.
Jessika Trancik, profesora del Institute for Data, Systems and Society del MIT.
Publicado en Executive Excellence en julio de 2022.