Andrei Shleifer: “Es necesario un mercado laboral flexible”
Andrei Shleifer es catedrático y profesor de Economía en la Universidad de Harvard y Doctor por el Massachusetts Institute of Technology (MIT). Actualmente, es uno de los economistas más citados del mundo, además de destacado escritor y articulista.
En su visita a Madrid el pasado mes de julio, con motivo de su conferencia magistral convocada por la Consejería de Economía y Hacienda de la Comunidad de Madrid a través de Madrid Excelente, tuvo unos minutos para atender a Executive Excellence.
FEDERICO FERNÁNDEZ DE SANTOS: Las tradiciones legales en las cuales se adhieren los países, ya sean “common law” o derecho civil romano, son un factor determinante a la hora de evaluar su capacidad de desarrollo. Este hecho es aún mas determinante en los mercados financieros. España parece fluctuar en un estado indeterminado entre el liberalismo y la socialdemocracia reguladora. ¿Para sobrevivir en los competitivos mercados globales, la visión proteccionista reguladora es viable?
ANDREI SHLEIFER: Creo que la visión reguladora del proteccionismo podría ser viable si un país obtuviese sus diferenciales en competitividad de los salarios bajos…, pero se transforma en no viable conforme se desarrolle el país. Podemos pensar que en países ricos, como España o cualquier otro ejemplo europeo, una política proteccionista y reguladora no tendría éxito, ya que no permite la suficiente flexibilidad para competir en los mercados globales.
F.F.S.: Se le ha considerado como uno de los arquitectos del proceso de privatización de la Unión Soviética y, en la actualidad, es uno de los mayores expertos sobre las finanzas y sistemas económicos de Rusia. Como especialista en comportamientos económicos (behavioral economics), ¿cómo ve la evolución de Rusia en estos momentos de crisis?
A.S.: Publiqué un artículo en Foreign Affairs (año 2005) titulado: “Un país normal: Rusia”. En dicho artículo resaltaba el parecido que tenía mi país con cualquier otro de rentas medias, como podían ser países del Este de Europa o algunos de los países más desarrollados en Sudamérica. Con ello quería fundamentalmente decir que tenía una economía de mercado, aunque a veces -como la mayoría de los países de ingresos medios- estaba a caballo entre una democracia real y una democracia aparente. Este artículo, que generó gran controversia en aquellos momentos, hoy parece cada vez más normal, como el país.
Rusia experimenta ciclos económicos, buenas rachas de crecimiento -aunque no espectaculares-, y se podría beneficiar enormemente de políticas económicas más liberales. El hecho es que si miramos el cuadro completo, Rusia no lo ha hecho nada mal en este período de transición.
F.F.S.: Nos decía recientemente el Nobel de Economía de 2007, Myerson, que uno de los grandes placeres derivados de su trabajo fue la aplicación práctica de algunas de sus teorías. Usted ha recibido imporantes galardones, entre ellos la John Bates Clark Medal. ¿Cuáles de sus aplicaciones y teorías considera que han tenido más éxito e influencia en la economía actual?
A.S.: De entre todas las aplicaciones derivadas de mi trabajo, destacaría aquéllas relacionadas con regulaciones. Desde que comenzamos a medir y valorar a las instituciones regulatorias de diferentes países, muchos de ellos han comenzado a implementar reformas derivadas directamente de este trabajo. Hoy son más de 60 los países que han reducido las regulaciones para la entrada de productos en su país, mejorado las condiciones para los pequeños emprendedores así como los procesos para lanzar nuevas empresas; una docena de países ha reformado su Bolsa de Valores, así como sus mercados financieros, mejorando la protección de los inversores. Hablo de países como Brasil o Italia, donde alguna de sus reformas ha sido motivada por la investigación que mis colegas y yo hemos realizado.
Hemos tenido menos éxito fomentando las reformas en el mercado de trabajo, pues estos mercados suelen ser más difíciles e inmovilistas. En cualquier caso, creo que nuestros trabajos sobre las regulaciones han tenido una implicación bastante directa, que relacionaría con la mejora del bienestar de las personas.
La ciencia de los comportamientos económicos, behavioral finance, se ha transformado en algo esencial y central no sólo de la economía teórica sino de la práctica de las finanzas; hay cientos de millones de dólares gestionados bajo ideas relacionadas con el comportamiento financiero. Evidentemente, no quiere decir que éstos sean la consecuencia de mi trabajo, pero sí que están relacionados con estas nuevas formas de gestión.
F.F.S.: Hoy son muchos los países donde encontramos a políticos profesionales cuya única experiencia laboral ha sido dentro de una estructura de partido. Encontrar a ministros de Sanidad sin ninguna experiencia previa en la materia (ni son administradores, ni médicos, ni tienen formación técnica de gestión) no es infrecuente. Dado que ha estado en contacto con muchos gobiernos, ¿generan estos políticos sin experiencia en las “trincheras” un distanciamiento sobre la realidad financiera global? ¿Es un requisito esencial, para hacer una política (dentro de la Administración Pública) efectiva, eficiente y con visión estratégica, haber pasado por la realidad del mundo empresarial y financiero?
A.S.: Ésta es una pregunta complicada y de difícil respuesta. Por un lado, tenemos el ejemplo del gobierno alemán, donde los políticos comienzan su carrera casi de niños, van creciendo sobre los mecanismos del partido y se hacen políticos para toda la vida. El gobierno alemán, así como muchos otros gobiernos, ha sido siempre muy hostil frente a los mercados y a las innovaciones financieras. Por otro lado, tenemos países como Holanda, que también tiene políticos profesionales, pero que ha sido mucho más receptivo a las innovaciones financieras. No creo que se pueda generalizar entre el sistema político de un país y su actitud frente a las finanzas. Una vez dicho esto, siento simpatía por la pregunta que me hace, ya que los alemanes no lo han puesto muy “fácil”, por decirlo de alguna manera suave, ante la situación que estamos viviendo.
F.F.S.: ¿Y en términos de eficiencia? Alguien al que el sector privado le ha exigido el 100%, habiendo tenido que trabajar -y ser retribuido- en función de los objetivos, ¿estará mejor preparado para la gestión pública?
A.S.: La respuesta es, evidentemente, afirmativa. Siempre es positivo tener conocimientos, sobre todo entre los políticos. Lo cierto es que en en bastantes países del oeste de Europa los políticos están apoyados por expertos en sus ministerios, una forma de compensar su falta de conocimiento específico sobre esa área. No quiere decir que la situación sea clara, sino más bien que hay una escala de grises, ya que si los ministros son a la vez expertos pueden tener la tendencia de simpatizar más con la industria del sector al que están regulando.
F.F.S.: ¿Cómo ve la situación que estamos viviendo en Europa, y qué salidas detecta?
A.S.: Ningún país ha podido solucionar, hasta el día de hoy, sus problemas de deuda decreciendo y haciéndose más pequeño. La única forma de solucionar el problema de la deuda es a través del crecimiento. Ése es el problema fundamental de Grecia. Su problema no es exclusivamente de deuda, sino de falta de crecimiento. Esto me recuerda la situación de mi país, los Estados Unidos, a principios de los años 90. En aquellos momentos se dieron unos niveles de deuda elevados, sin precedentes. Todo el mundo hablaba sobre la crisis de la deuda norteamericana. Sin embargo, tras este período -en gran parte durante la administración Clinton-, hubo un extraordinario crecimiento económico, produciéndose más demanda de bonos USA (deuda pública) que oferta. ¡Se protestaba por lo rápido de las cancelaciones de la deuda pública! Algunos economistas culpan a esta situación como inductora de la burbuja tecnológica posterior.
Para mí, esto significa que España podría pagar su deuda, pero su único camino es a través del crecimiento. Para crecer necesitas bancos, lo que implica que la recapitalización de los bancos es esencial, ya sea a través de corporaciones públicas u otras formas. Dejar de dar préstamos, que es lo que estamos viendo en la actualidad, no es una solución para el sector bancario. De hecho, si los bancos dejan de dar crédito, la economía deja de crecer y no se soluciona ningún tipo de problema.
Es esencial, y el factor tiempo es de gran importancia, que la estrategia central de crecimiento económico se oriente hacia la reanudación del crédito lo antes posible. Hay que inyectar dinero en el sistema y quizás una de las estrategias más naturales sería la venta de los bancos (o una parte de ellos) a inversores públicos para reducir la deuda privada.
No veo alternativas que no pasen por el círculo virtuoso del crecimiento económico.
F.F.S.: ¿Y cómo es la situación en los Estados Unidos? ¿Conseguirá el dólar alcanzar una situación de mayor paridad con el euro? ¿Cómo evolucionará el euro, sobre todo con los últimos ataques? ¿Saldrán países del euro?
A.S.: Comenzaré respondiendo a la evolución del euro. Mi escenario más plausible es que Grecia, asumiendo que no haya una grave crisis en Italia o España, es demasiado barata de sostener por los gobiernos europeos como para que se produzca algún movimiento en otra dirección. Se producirán nervios y gritos, con muchas protestas en el entorno electoral alemán, pero el programa de Grecia se seguirá manteniendo en el tiempo.
El problema esencial radica en que Grecia no crece, de manera que los problemas a los que este país se enfrenta no harán sino aumentar. Habrá retrasos continuados de pago, pero no creo que Grecia deje el euro. El momento de la verdad -si es que se produce- será cuando comience a tener un superávit real.
A día de hoy, Grecia tiene un déficit continuado, lo que significa que incluso para pagar los intereses sobre los préstamos anteriores está recurriendo al crédito. No tienen, obviamente, ninguna intención de suspender pagos, siempre que se les financie la deuda. Al fin y al cabo, está ingresando más dinero del que egresa. Cuando empiece a salir más dinero del que entra, la presión política interna para no hacer frente a sus pagos será mucho más elevada. La presión para la reestructuración crecerá tremendamente. Las preguntas a las que nos enfrentaremos entonces serán fundamentalmente si Grecia está dispuesta a reestructurar su deuda, si Alemania continúa estando dispuesta a prestar, etc. Resumiendo, el escenario que preveo para los próximos años es posponer pagos.
En los Estados Unidos, la situación es muy compleja. Están creciendo, pero no al ritmo necesario. En la última crisis, fueron capaces de resolver la situación bancaria de una forma excelente, brillante. Ahora, haber impedido ajustes hace que la situación sea cada vez más extrema. Que además se esté acercando el período electoral no mejora la situación.
La presión del Gobierno Obama por continuar con el déficit, haciéndolo crecer, hará que se enfrente a grandes reticencias por parte de los republicanos. Si tuviese que apostar por algo, apostaría porque no se van a producir grandes movimientos y cambios en los Estados Unidos hasta que tengan que afrontar una nueva crisis. Hay un viejo dicho: “Los Estados Unidos encuentran siempre la alternativa adecuada… pero sólo tras haber probado todo lo demás”. Y eso creo que es lo que estamos experimentando en la actualidad. No creo que nada dramático vaya a pasar en los próximos meses. Sabemos además que si los políticos tienen oportunidad de elegir lo que desean hacer, eligen no hacer nada.
F.F.S.: Si observamos el entorno laboral europeo, descubrimos algunas contradicciones como que aquellos países que registran menos paro son lo que gozan de mayor afiliación a los sindicatos, como ocurre en Suecia, Holanda o Dinamarca. Sin embargo, las restricciones laborales suelen ser mayores donde los sindicatos son más débiles (e intentan obtener, a través de la legislación, lo que sería imposible obtener vía negociación).
A.S.: Respecto a la afirmación sobre los países del norte de Europa, aunque no estoy de acuerdo con su planteamiento, sí he de reconocer que los sindicatos y la negociación colectiva opera de una forma muy diferente -y mucho menos marxista- que en el sur de Europa. La pregunta entonces, pienso, que se transformaría, centrándose más en el contrato social o, lo que es lo mismo, decir que el sur de Europa, si ha de sobrevivir económicamente, ha de cambiar el contrato social hacia algo que sea flexible.
El entorno laboral y el contrato social ha de ser tal que permita a las firmas expandirse, competir, recolocar trabajadores y que éstos tengan movilidad y puedan cambiar de actividad. Un entorno donde las empresas puedan contratar y despedir dependiendo de la productividad de las personas. Esa doble flexibilidad, una desde la perspectiva del producto y otra desde la perspectiva del mercado de trabajo, es absolutamente esencial para poder competir en la economía global.
A los que piensan que se pueden trasformar los sindicatos del sur de Europa, de manera que se parezcan más a los del norte de Europa, les daría mis bendiciones y les diría que es un gran plan… ¡si fuese viable! Lo que es un hecho incuestionable es que hemos de replantearnos la estructura de los mercados de trabajo. Cada país habrá de encontrar su solución específica, pero no existen alternativas a lo que es una necesidad evidente: un mercado laboral flexible.
Respecto de los últimos cambios que este Gobierno está poniendo en marcha, creo que van en la buena dirección, pero son excesivamente tímidos. Evidentemente, hay muchas diferencias entre los contratos sociales de los países y lo que sería socialmente aceptable en unos y otros, pero sigue siendo el caso que, comparado con los anglosajones o los países del norte de Europa, el mercado laboral español está mucho más regulado.
F.F.S.: Todo el mundo está de acuerdo en la necesidad de apoyar a la pequeña empresa, como tejido de sostén del país. Irónicamente, sobre todo si nos fijamos en países como Portugal o Grecia, donde es básicamente toda la industria que tienen, ¿no resulta que los países sin grandes industrias son los que más problemas están teniendo? ¿Son las pymes el problema o la solución?
A.S.: En todas mis intervenciones siempre he procurado distinguir entre los motores del crecimiento económico y los motores del empleo. Los motores del crecimiento económico tienden a ser grandes y medianas empresas, con altos niveles de productividad, eficiencia y exportaciones. El problema radica en que, en todo el mundo desarrollado, el empleo en las industrias manufactureras está reduciéndose. Los sectores que realmente producen valor añadido, que son los sectores que hacen crecer el PIB y además ofrecen los mejores empleos, no son los sectores que crean empleo. El empleo se crea por el amplio entorno de los servicios constituido por firmas más pequeñas y menos productivas. Hay ocasiones donde el sector servicios genera puestos de trabajo productivos como en el sector de las teleco o los seguros, o servicios de exportación… pero no es donde está la mayoría de la mano de obra. Ésta está en el sector de servicios menos productivos y con menores niveles de regulación necesarios para existir, por lo que no creo que haya inconsistencia entre tener simultáneamente un sector intensivo en I+D (manufacturero, de servicios o industrial) orientado hacia la exportación, como ocurre en España, al tiempo que se liberalizan los mercados para los pequeños negocios, que es de hecho la única alternativa para enfrentarse al desempleo.
F.F.S.: En Europa existen grandes diferencias fiscales entre países, siendo cada vez más quienes abogan por una normalización fiscal como camino para transformar el entorno euro en una moneda que genere una unión más estrecha y real entre los diferentes miembros de la Comunidad Económica Europea. ¿Cree usted que éste es el camino para hacer del euro -y su entorno- un mercado más real y unido?
A.S.: Acabo de pasar por Irlanda donde he podido percibir hasta qué punto está aceptada la realidad de que son esenciales unos impuestos reducidos para atraer capitales productivos, hecho que ha sido más que demostrado por su crisis inmobiliaria, crisis que se ha llevado por delante su milagro económico.
Esos irlandeses hacían notar la “ambigüedad” de la política impositiva francesa. Aunque a priori parece que las grandes empresas están mucho más gravadas fiscalmente que las radicadas en Irlanda, los impuestos reales y efectivos en Francia no son, ni de cerca, de los más altos en Europa. Ésa es al menos la opinión de los irlandeses frente a la retórica francesa que quiere obligarles a que suban los impuestos a las empresas.
Me parece que todo el tema de la armonización fiscal sin que se produzca una equiparación de la productividad en Europa crearía grandes problemas en el entorno de los salarios. Esto significa que la armonización o la regulación fiscal común europea pondría a los países más periféricos en una desventaja considerable. Una armonización generaría simultáneamente beneficios -al crear un campo de juego igual para todos- y problemas. Los países periféricos, que están sufriendo problemas de crecimiento, sufrirían más aún si viesen elevados los impuestos empresariales.
Otro tema impositivo importante en muchos países del sur y este de Europa es la economía sumergida. Su porcentaje respecto del total de la economía en países como Grecia, Portugal, Italia o España es muy elevado. Y parece claro que gravar impositivamente esta economía no es el camino más efectivo para que aflore, dados los bajos niveles de productividad que tiene. Si la economía sumergida se quisiese gravar en niveles parecidos a los de la economía formal, sencillamente desaparecería. De hecho, y corroborado por los datos, la mejor forma para lograr hacer aflorar esta economía sumergida es el crecimiento de la economía a través de las fuerzas naturales del mercado. Dejarían de estar sumergidas en el momento en que empezasen a relacionarse con otras empresas “normales”.
Entrevista publicada en Executive Excellence nº84 sept11