De Aristóteles a Fletcher, por Javier Fernández Aguado
Si todo es relativo, también es relativo que todo es relativo.
Toda cultura trata de generar un soporte moral. La ética no es un opcional. Aristóteles es uno de los más destacados filósofos que dedicó atención a proporcionar puntales sólidos a la toma de decisiones. Así puede disfrutarse en Entrevista a Aristóteles (LID, 2023). Como bien explicó el estagirita, el gran desafío de cada uno de nosotros es llegar a ser aquello a lo que está convocado. En el caso de los creyentes, se plantea como la cima en la que Dios espera, pues proporcionó la potencialidad suficiente siempre que se responda con esfuerzo. Agrade o no, existen límites que más que barreras son indicadores del sendero hacia la felicidad.
La codicia, la iracundia, la envidia, el egoísmo, la lascivia y otras tendencias tratan de arrastrar a la criatura hacia el barro. En el libro de los muertos de los egipcios, en la ética de los aztecas o los incas, o en el catecismo de la Iglesia católica se muestra que solo con brega triunfaremos. Únicamente renunciando a las pasiones desordenadas se diseñan y construyen colectivos humanos que permitan pergeñar las coordenadas de posibilidad para esa vida honorable que abre las puertas a la felicidad, más allá de un placer inmediato. Autores como Pedro de Alcántara o Teresa de Jesús son paradigmáticos al respecto.No todos los códigos éticos son plenamente acertados
No todos los códigos éticos son plenamente acertados. Sorprende que los aztecas condenasen a miles de enemigos derrotados a ser inmolados a sus dioses a la vez que respetaban escrupulosamente la vida de la persona engendrada aún no nacida. Hoy sucede al revés: millones de seres humanos son inmolados anualmente en el seno de sus madres, mientras que resultaría abominable una ceremonia semejante a las innumerables que acaecieron en el templo mayor de Tenochtitlán (en el actual zócalo, en Ciudad de México), tal como he descrito en El encuentro de cuatro imperios. El Management de españoles, aztecas, incas y mayas (Kolima, 2020).
Frente a la razonable seguridad que ofrecen algunos sistemas éticos, tropezamos periódicamente con quienes formulan no-sistemasGráfica representación de esas lamentables propuestas son noticias que llegan de los documentos preparatorios de una peculiar y tendenciosa sinodalidad. Algunos de los ponentes proponen una barra libre ética, quizá para justificar sus desvaríos prácticos o intelectuales. Frente a la razonable seguridad que ofrecen algunos sistemas éticos, tropezamos periódicamente con quienes formulan no-sistemas
Entre los referentes del colosal fiasco que está en marcha puede señalarse a Joseph Fletcher (1905-1991). Una gran mayoría de lectores puede no haber oído hablar de este personaje, porque su soporte intelectual fue, por decirlo con finura, insuficiente. Él mismo aclara en los umbrales de su libro La ética de la situación: la nueva moralidad (1966) que solo sabe proponer un no-sistema.
La obra del norteamericano rompe una lanza para mostrar cómo los actos pueden ser éticamente asumibles, aunque vayan en contra de las leyes morales. Asegura que diversos comportamientos de Jesús fueron aceptables –a pesar de ir en contra de la ley judía–, porque actuó para lograr el mayor amor.
Fletcher bracea contra lo que él ficciona como Legalismo y Antinomianismo, y se inclina por el Situacionismo.
Para él, simplificando para construir un espantapájaros a su medida, legalismo es observar resueltamente las reglas morales sin ser sensible a las circunstancias. El otro extremo, otro sparring prefabricado, sería el antinomianismo (anti-ley). Fletcher lo califica como existencial, porque las personas son libres de elegir lo que quieren. El antinomianismo significa que el agente moral es aleatorio e impredecible; cualquier decisión es ad hoc. No habría leyes ni principios, solo agentes con conciencia autónoma.Fletcher asegura que hay una ley moral: proceder para lograr el mayor amor para la mayoría
Fletcher asegura que hay una ley moral: proceder para lograr el mayor amor para la mayoría. Se trata de una teoría teleológica, centrada en las consecuencias, que determinarán si una acción es o no correcta. Para el de New Jersey, los principios son meras generalizaciones sensibles al entorno y derivan de esa única y etérea ley sobre la maximización del afecto. Concluye que en determinadas situaciones es deber quebrantar los mandamientos. Se transformó, no por casualidad, en un fanático defensor del aborto, la eutanasia y otras depravaciones anti humanas. A algunos les sorprendió. Solo a quienes no son conscientes de que cuando se quiebra un dique, el agua lo arrasa todo…Para Fletcher, la conciencia no es una brújula moral
Para Fletcher –¡contra todo sentido común recibió el premio de humanista del año!–, la conciencia no es una brújula moral. Menosprecia la clásica definición de conciencia como el juicio próximo de moralidad, nunca creadora de verdad, jamás magistrado autónomo. Para Fletcher lo es según su conveniencia.
Cimenta su presunción en seis enunciados, para él apodícticos:
1: Solo es intrínsecamente bueno el amor.
2: La norma regente de la decisión cristiana es únicamente el amor.
En su opinión, significa agápē, una actitud y no un sentimiento. El agápē no espera nada a cambio y no concede consideración diferencial a nadie.
3: La justicia es amor distribuido.
4: El amor quiere el bien del prójimo cuando nos gusta o no.
5: Solo los fines justifican los medios.
6: Las decisiones del amor se toman situacionalmente, no prescriptivamente.
El situacionismo de Fletcher es una hipótesis moral borrosa e indeterminada, aunque se apalanque en citas de teólogos y se esconda tras filósofos afamados, ¡incluso Aristóteles! El situacionismo de Fletcher es una hipótesis moral borrosa e indeterminada, aunque se apalanque en citas de teólogos y se esconda tras filósofos afamados, ¡incluso Aristóteles!
Supongamos que actuamos con buena conciencia como califica Fletcher, pero nuestro acto trae consecuencias nefastas. Según Fletcher ¿hemos hecho bien o mal? ¡No queda claro! La ética es una ciencia artística compleja. Si rompes los remos y perforas vías de agua en el casco llegar a puerto será inviable. Fletcher es paradigma de un mentís vital e intelectual.
Aristóteles refutaría a Fletcher de un plumazo. Probablemente con esta frase pronunciada en el s. IV a.C.: “Si todo es relativo, también es relativo que todo es relativo”. Insuficiente cimiento el del norteamericano para una propuesta ética. Que haya seguidores explícitos, y sobre todo implícitos de Fletcher, revela que es cierto que vivimos en una sociedad gaseosa. Y algunos vahos son fétidos, aunque se propaguen desde las orillas del Tíber, el Sena, el Rin o el Manzanares.
Javier Fernández Aguado, socio director de MindValue / Imágenes recurso © Freepik.
Artículo publicado en octubre de 2023.