La eficacia del ilusionismo empresarial
Coincidieron hace tres años y pronto se dieron cuenta de que juntos podían innovar en la formación empresarial. Tanto es así que han creado un nuevo concepto: “Ilusionismo empresarial”. Y quién mejor que un formador y un mago para darle vida.
Con tan solo 30 años, Jorge Blass es uno de los ilusionistas de mayor reputación internacional. Ha colaborado en infinidad de programas de entretenimiento hasta presentar y dirigir tres temporadas de su propio show de TV, “Nada x aquí” (Cuatro). Gracias a sus espectáculos en directo, ha recibido alguno de los más prestigiosos galardones internacionales, como la Varita Mágica de Oro y el Premio Siegfried and Roy en Las Vegas. Ha participado en el programa de televisión estadounidense “Masters of Illusion”, de la cadena FOX, así como en el escenario del Kodak Theater en Los Ángeles y en la Exposición Universal de Shanghái.
Fernando Botella es formador, consultor, coach y conferenciante. Desde 2009, es socio fundador de Think&Action, empresa de formación para directivos y ejecutivos. Licenciado en Ciencias Biológicas y Master en Dirección y Administración de Empresas por ICADE, posee una dilatada experiencia como directivo en el sector de la industria farmacéutica. Profesor en diferentes universidades y escuelas de negocio, dirige el Programa de Alta Dirección Empresarial de la EOI. Participa en seminarios de la Universidad de Harvard y de la Central de Florida.
ALDARA BARRIENTOS: ¿En qué momento se cruzan vuestros caminos y cómo surge la idea de colaborar?
JORGE BLASS: Hace tres años, coincidimos en una convención de un laboratorio, donde yo presentaba el acto y Fernando daba unas ponencias. Ahí nos dimos cuenta de que el mundo de la magia y del espectáculo estaba menos alejado de lo que parece del mundo de la empresa. Tras varias reuniones y casi dos meses de preparación, fuimos dando forma a una primera conferencia conjunta, que finalmente expusimos en mayo de 2008, y poco a poco hemos diseñado un tipo de conferencias que está siendo muy bien recibido por las empresas.
FERNANDO BOTELLA: A pesar de proceder de entornos –aparentemente– tan distintos, la clave fundamental está en lo coincidentes que son los mensajes.
A.B.: Jorge, por tu experiencia actuando ante diferentes auditorios, ¿cómo valoras al público directivo?, ¿es más exigente que otros?
J.B.: Nos ocurre una cosa curiosa: yo prefiero grandes salas, cuanto más público mejor. Sin duda, para mí es mucho más fácil trabajar frente a 1.000 personas que ante 20; sin embargo, a Fernando le ocurre lo contrario. En estos últimos 10 años, ya había tenido la oportunidad de hacer convenciones y espectáculos personalizados para empresas. La clave está en adaptarse, cambiar el chip y, sobre todo, tener el máximo respeto por el público. En el mundo del espectáculo siempre decimos que es muy importante conservar un punto de adrenalina y de nervios antes de empezar. Si sales completamente tranquilo, es síntoma de que no tienes la suficiente consideración por el espectador.
F.B.: Siempre he creído que llevar un poquito de show al mundo de la formación es bueno, porque divierte; pero, sobre todo, conecta. No es incompatible hablar de economía, de marketing, de cualquier asunto serio, desde esta perspectiva. Antes de salir, Jorge siempre me advierte: “Recuerda: esto es una conferencia, pero también es un show”.
A.B.: Detrás de cada truco hay un trabajo duro, perseverante, y mucha disciplina; pero, ¿qué hacer cuando el truco falla?
J.B.: Es necesario preparar planes para salvar el error, que siempre está ahí y puede ocurrir. El espectáculo debe continuar. De la misma manera que en las empresas existen planes de contingencia, en el mundo de la magia es fundamental tener todo planeado, e incluso prever qué hacer si el truco falla; aunque en ambos casos surgen imprevistos que sólo puedes salvar con tu bagaje profesional, e intentar que el público no se dé cuenta.
Si en la empresa es fundamental no perder al cliente y que esté satisfecho, en el show es básico que el espectador continúe en la historia y no sacarlo bruscamente. Por eso, uno de nuestros temas es cómo gestionar los errores y convertirlos en éxitos.
A.B.: ¿Quizá nuestro primer problema sea que no sabemos distinguir el error?
F.B.: Por definición, el error tiene una característica de involuntariedad, de lo contrario sería irresponsabilidad, no error. Mentalmente, hemos sido educados para sentirnos fracasados, pero debemos transformar eso y considerar que, cuando erramos, estamos aprendiendo. Todos los seres humanos somos capaces de andar porque nos equivocamos, nos caímos sucesivas veces hasta ser capaces de mantenernos en pie. Sin embargo, hemos ido creciendo y cada vez nos han exigido más. Yo creo que la exigencia es algo bueno cuando se transforma en excelencia, pero no cuando queremos ser perfectos. Al no conseguirlo, sentimos que hemos fracasado.
Jorge dice una cosa que a mí me gusta mucho: “El público perdona un error, pero no el aburrimiento”. Si nosotros mismos nos perdonásemos un error, el concepto de fracaso desaparecería y empezaría el verdadero aprendizaje.
A.B.: En los países anglosajones, desconfían de aquel que nunca ha tenido un fracaso, mientras que en España ocurre lo contrario. ¿Se trata realmente de una cuestión cultural?
F.B.: Por mi experiencia de trabajo con multinacionales extranjeras, especialmente alemanas, yo diría que esto es algo propio de los países latinos, no sólo de España. La clave no está en el error, sino en la gestión de la oportunidad que te crea el error. Es decir, un español va al cine y, aunque no le guste la película, no se levanta, porque la ha pagado. Por el contrario, un alemán no duda en levantarse. Esa diferencia de no gestionar el coste de oportunidad es el problema del error. A nosotros nos han enseñado simplemente a pagar y a sacrificarnos.
Ese pequeño detalle no lo es tanto cuando te vas al mundo empresarial: no se pueden mantener decisiones y estrategias sin cuestionarse nada más allá, simplemente por no cambiar el orden establecido, aunque éste no funcione. Los americanos son más ágiles, más rápidos, admiten el error y de ahí saltan. De hecho, en la selección de personal de muchas compañías americanas, el entrevistador pide al candidato que le cuente sus fracasos. Entre otras cosas, por un elemento fundamental: el fracaso es la excepción que confirma el éxito.
A.B.: Habéis acuñado el término de “ilusionismo empresarial”, ¿en qué consiste exactamente?
J.B.: Ilusionismo empresarial es aprender a pensar como un mago para, precisamente, generar ilusión en los equipos de trabajo y descubrir el camino a la excelencia de otra forma. Al final, lo que hace un mago es generar experiencias memorables, conseguir lo imposible, ilusionarte delante de tus ojos, gracias a diferentes técnicas psicológicas y secretas que permiten generar recuerdo en el público. El buen mago es aquel que logra implantar en la mente de los espectadores la sensación de haber visto algo único e increíble.
Traspasar este logro al mundo empresarial y que los directivos sean capaces de generar ilusión a los equipos, a los clientes, y conseguir que su organización, marca o producto sea ilusionante, a través de la magia y de otras prácticas, es ilusionismo empresarial.
A.B.: Centrado en este concepto, acabáis de publicar La fuerza de la ilusión (Alienta). ¿Qué efecto esperáis que cause en el lector?
F.B.: La respuesta está en el propio título. El hecho de que el lector pueda hacer la lectura en dos planos, de forma alternativa: el personal, con las anécdotas que Jorge cuenta y las frases que yo añado, y de ahí trasladarlo al profesional, e incluso a otros momentos de su día a día, para mí es un valor. Nuestro deseo es que puedan llevar esos pequeños elementos de pensamiento personal a su presente, y que la ilusión se convierta en la fuerza motora. Por eso presentamos desde trucos y anécdotas de magos legendarios hasta las historiales más actuales con “otros magos”, como puede ser Steve Jobs. En el fondo, todos comparten lo mismo: la fuerza de la ilusión.
A.B.: ¿Cuesta hacer entender en la empresa que la ilusión genera beneficios?
J.B.: Sí, es complicado, sobre todo porque estamos hablando de un intangible. Sin embargo, también nos reclaman porque notan que algo falla, pero no saben bien qué es ni cómo arreglarlo.
F.B.: Al fin las empresas viven en entornos similares. Unas salen antes de algunas situaciones críticas o aprovechan las oportunidades de las situaciones favorables pero, cuando las analizas, la única diferencia real está en el manejo de intangibles, de esa ilusión que nosotros también llamamos entusiasmo, pasión, y que tiene muchas derivadas. Lamentablemente, existe un banco de recursos intangibles donde no sabemos mirar y que, sin duda, nos ayudaría a salir de muchas tormentas.
A.B.: En el libro planteáis un decálogo del ilusionista. Si tuvierais que destacar un principio, ¿cuál sería?
F.B.: Quizá el primero: “Nunca reveles tu secreto”. Gracias a la magia, Jorge nos descubre que el secreto está en uno mismo, y no en el mago. Del mismo modo, en la empresa el secreto está en cada uno de los individuos que forma el equipo.
J.B.: Para mí, lo más importante es la premisa de todo ilusionista, que incluye dos principios: “Cree en tu magia” y “No hay nada imposible”. Siempre estamos pensando en lo que no podemos alcanzar; el mago, por el contrario, gestiona lo imposible. Cuando piensas en un nuevo espectáculo de magia, no hay límites. La experiencia te dice que hay que pensar en grande y visualizar lo que quieres poner en el escenario, después ya descubrirás el método y cómo hacerlo bien. A veces las cosas no funcionan, pero la perseverancia es fundamental. Al final surge la chispa y todo cuadra; pero eso sólo se puede conseguir creyendo en tu magia, imaginando qué es lo que quieres ver y no poniendo trabas mentales. Eso es lo que intentamos trasladar en La fuerza de la ilusión, y es aplicable en la empresa como en el día a día personal.
F.B.: Se trata de traer el futuro al presente, de anticipar. Yo siempre digo que puedes tener un proyecto muy claro, y dejarlo vivir en el condicional, postergarlo permanentemente. Nuestra recomendación es vivir el hoy, trayendo el futuro al presente, anticipar. En el mundo de la magia tienen muy claro que creer es crear. Deberíamos tener ese mismo convencimiento en las organizaciones, e incluso antes, deberíamos educar a los niños con esa visión, porque sólo cuando crees en algo empiezas a hacerlo realidad, a crearlo.
A.B.: El pasado año, las organizaciones redujeron en un 40% su presupuesto destinado a formación. En medio de este entorno adverso, Fernando, creas Think&Action, una consultora de formación. ¿Cuáles es el valor diferencial de esta iniciativa?
F.B: La mayor parte de las decisiones de los seres humanos dependen sólo de la emoción, del cerebro límbico. Eso significa que si somos capaces de juntar los contenidos formativos, clásicos y modernos, con la capacidad de emocionar, de hacer que se vivan “experiencialmente”, el conocimiento saldrá mucho más reforzado. Así es como pretendemos diferenciarnos.
Hemos puesto a Think&Action el subtítulo de “boutique de contenidos formativos”. Es decir, no tenemos productos enlatados, sino que hacemos cursos muy a medida, donde trasladamos conceptos para que se vivan de una forma diferente. Se trata de hacer la formación desde la experiencia, porque creemos que ésta mueve a la acción y que el principal motor para adquirir conocimientos es la emoción.
A.B.: Estamos en un mundo global, con acceso a talento diverso, de cualquier parte del mundo, algo que multiplica las oportunidades de las organizaciones para contar con los mejores. La cuestión es: ¿cómo gestionar con éxito toda esta diversidad?
F.B.: La diversidad es riqueza y la clave para gestionarla está en la imaginación. A mí me gusta mucho esta frase de Jack Welch: “Cuando dos personas en una habitación opinan lo mismo, una de las dos sobra”. Si mezclamos talento diverso, todos nos enriqueceremos.
J.B.: Sobre todo, la clave está en utilizar la imaginación a tu favor. La magia, por ejemplo, es un lenguaje universal. Yo he viajado a China, a la India, a Japón… y al final todos somos iguales. La ilusión es igual en cualquier parte del mundo y los sentimientos son universales. Hay que gestionar desde la emoción.
A.B.: Hablando de talentos. ¿Cómo complementáis los vuestros? ¿Qué cualidades destacaríais el uno del otro?
J.B.: De Fernando resaltaría su didáctica, su claridad conceptual y su manera de transmitir el conocimiento. Es una mente inquieta que siempre está inventando y no tiene miedo al cambio y a arriesgarse.
F.B.: Esto depende de una química que tiene que ver con el hecho de entender cuál es el papel y la aportación de cada uno. Hay dos cosas que me encantan especialmente: cuando Jorge sale al escenario, la gente se alegra, sonríe. Es decir, transmite alegría, y eso tiene que ver con su personalidad, su estilo y su historia; de manera que el público ya se pone a favor, y esa alegría me la contagia a mí también.
A ser un mago excepcional, se suma que es una buena persona. Al final, tienes que buscar la gente que te haga sentir bien. Y la bondad tiene que ver con el agradecimiento, y él lo tiene. Además de esta bondad especial, es muy exigente con el trabajo.
J.B.: Hay una puesta en escena que tenemos que cuidar al máximo, la conferencia-show tiene que fluir, y eso exige ensayos y mucha preparación.
Entrevista publicada en Executive Excellence nº78 feb11