Las finanzas en la formación: la creación de valor
Creo que las finanzas pueden ser un reto continuo, si eres capaz de hacer ver al que te escucha que detrás de la terminología y apariencia compleja que usan algunos que se dicen especialistas en el mundo bancario, financiero o de mercados existe un profundo desconocimiento y un cierto complejo personal que obliga a estos profesores a refugiarse en razonamientos absurdos y lenguajes sofisticados que no entienden ni los que les escuchan ni por supuesto ellos mismos, aun no siendo la mayoría de veces conscientes de su error.
Siempre digo, que el sentido común es el menos común de los sentidos y que desgraciadamente en el mundo financiero esto se ve multiplicado por 10. La base de toda área financiera es la creación de valor, pero esto no siempre se mide de manera procedente en las entidades ni en su formación.
La creación de valor siempre tiene que consistir en hacer más rico al accionista y, la única forma de conseguirlo, es cuantificando el dinero que recibe. Esto se consigue a través de la medición de la rentabilidad de los recursos propios que pasa por la previsión de los flujos de caja que van a recibir. Los dividendos siempre deben coincidir con la generación de flujos de caja para el accionista de hecho, la mejor forma de hacer eficiente a la compañía y sus retribuciones es consiguiendo que el accionista reciba dividendos, es decir, considerando la cantidad de flujos de caja generados para éste. Por ello, se hace incomprensible basar la política de dividendos en el beneficio contable, como hacen la mayoría de entidades financieras o empresas de nuestro país.
Las métricas de creación de valor son diversas siendo medianamente usuales el análisis técnico y el PER, existiendo otras métricas que han estado de moda durante mucho tiempo como son el EVA, el Cash Value Added (CVA) y el Shareholder Value Added (SVA), todas ellas se usan y se han usado como fundamento racional a la toma de decisiones de inversión pero creo que son bastante absurdas y complejas y por tanto están sometidas a crítica en mis clases. Quizá lo que habría que entender es que toda valoración ha de pasar necesariamente por la generación de dinero de la compañía libre de su financiación. Éste es el denominado Free Cash Flow. El mismo, crea valor para el accionista cuando es capaz de rentabilizarse a una tasa mayor que el coste de recursos ajenos después de impuestos, ya que el diferencial de los mismos irá a parar a éste y, por tanto, a su rentabilidad vía Equity Cash Flows o dinero que queda libre para el accionista, yo no conozco otra manera para hacer más rico al accionista que hacer máximo el dinero que éste obtenga o ¿creen ustedes que hay alguna otra?, ¿no creerán que alguien se pueda hacer rico por el PER, el análisis técnico o el beneficio contable?
Por ello, tenemos que intentar comprender que la rentabilidad del accionista pasa por descontar los Equity Cash Flows a una tasa mínima para calcular su VAN y a la tasa real para calcular su TIR.
Con esto, conseguiremos entender que el valor de las acciones no es más que el descuento de los Equity Cash Flows al coste de los recursos propios que como mínimo quiere el accionista para hacer la inversión en acciones de la compañía.
Esta manera de proceder es mucho más anglosajona que continental y en ella, como en todo, podemos sacar críticas al modelo, pero siempre discutiremos de lo único importante y es ¿cuándo y cuánto dinero (equity cash-flow) generan las acciones analizadas por el inversor? Se hacen suposiciones que se pueden discutir, como por ejemplo, que la tasa de reinversión de estos Equity Cash Flows sea en la realidad igual que la tasa de actualización cuantificada en el coste de recursos propios de un modelo solvente como pueda ser el de Gordon Shapiro o el CAPM (Capital Asset Pricing Model).
Todo este proceso se puede llevar a cabo si entendemos que el fin último de las compañías no debe de ser un fin comercial, enfocado a la venta, sino que debiera ser un fin previsor enfocado al cobro y por tanto a la obtención de rentabilidad con el mismo, ya que cualquier financiero puede entender que lo único que se puede reinvertir en este mundo es el flujo de caja y no, como se oye en más de una tertulia, los beneficios contables.
Para ello, seguramente tendríamos que comprender, que en el reparto de dividendos, lo que influye es la generación de caja y no la aplicación de reservas que no tendría ningún sentido sin dinero detrás.
Aprendiendo un poco de los grandes maestros de la inversión, como Warren Buffet o Peter Lynch, podemos concluir que su gran cualidad ha sido tener el suficiente sentido común como para ser capaces de prever la generación de flujos de caja de sus inversiones y la rentabilidad de las mismas.
Creo que el mundo de los negocios sería mucho más serio, mucho más eficiente y, por tanto, mucho más creador de valor, si fuésemos capaces de centrarnos más en técnicas de gestión pragmáticas con entendimiento de rentabilidades y viabilidades financieras por parte de los clientes de las entidades financieras que complementen aquellos aspectos de marketing y comercialización de productos que, muchas veces, ignoran la realidad del Cash Flow.
La formación financiera es formidable si eres capaz de impregnar tu vida de sentido común, teniendo claro cuáles son los fines de la existencia, que no son otros que ganar dinero teniendo viabilidad para ganarlo y posteriormente poderlo emplear en pagar un poco de felicidad en cuanto a cobertura de necesidades tuyas y de la gente a la que quieres se refiere. Si estas máximas las tienes claras, serás más consecuente con la manera de vivir y por tanto estarás más cerca de la felicidad terrenal que para mi manera de ver ayuda mucho a la espiritual.
Manuel Romera Robles, director Técnico del Sector Financiero del Instituto de Empresa.
Artículo de opinión publicado en Executive Excellence nº32 abr06.