Propuesta de estímulos para salir de la crisis
La crisis que ha provocado el COVID-19 en el mundo, mucho peor que la del 2008, es una crisis de solvencia corporativa y política, todo en uno y su recuperación requiere un tiempo de política inteligente, identificando estímulos, ya que las medidas restrictivas aprobadas por los gobiernos han paralizado la economía de la noche a la mañana, reduciendo la actividad de forma profunda. Población confinada en sus casas sin poder consumir y empresas y negocios cerrados sin generar ingresos, con serios problemas de liquidez para hacer frente a sus compromisos y seguir pagando salarios.
El mayor riesgo económico en este momento no es solo la fuerte disminución de la producción consecuencia del confinamiento, sino también el shock que podría sufrir en el proceso de restablecimiento con el peligro que significa una economía languideciendo en L. Existen muchas razones para temer que la recuperación será lenta, tanto desde el lado de la oferta, pero principalmente desde el lado de la demanda, ya que se retrasarán decisiones de compra, viajes, ocio y salidas por muy orientada al exterior que sea nuestra cultura. Sin embargo, la solución no viene vía créditos, ya que si una empresa pide dinero prestado cuando los ingresos y los beneficios caen precipitadamente, la solvencia se deteriora aún más.
Desde el inicio de la crisis se ha requerido impulsar políticas presupuestarias, monetarias y fiscales que se consideraban expansivas y sin duda agregarán muchos puntos a la relación Deuda / PIB, no siendo momento de considerar soluciones de simple austeridad, que conllevarían al círculo vicioso del cinturón de la pobreza (cuanto más lo aprieto más me ahogo). Además, la UE para evitar que se convierta en una crisis más profunda de deuda soberana en los estados miembro, tendrá que posibilitar que el Banco Central Europeo habilite un programa financiero efectivo con programas de compra de emergencia, utilizar los créditos del Mecanismo Europeo de Estabilidad e incorporando soluciones que den liquidez a las economías nacionales de forma inmediata, sin poner restricciones al paraguas de rescate de la eurozona.
Es momento de plantear un helicóptero monetario
Política monetaria y fiscal necesitan coordinarse en búsqueda de una fórmula que permita a los ciudadanos europeos, empresas o ambos, recibir dinero sin tener en principio que devolverlo, sin considerarlo un pasivo, para lo cual es preciso poner en vuelo un 'helicóptero monetario' desde el BCE, con el objetivo de proteger la economía y especialmente el empleo, a las personas y los hogares más vulnerables, con un procedimiento que asegure control eficaz y evite que desaprensivos puedan aprovecharse.
Pese a los peligros que entraña su puesta en marcha, el colapso de la economía europea es tal que lo hace indispensable, partiendo de que lo que necesita la empresa en la eurozona y en especial en España, especialmente pymes y autónomos, es liquidez, efectivo, no crédito, para seguir manteniendo plantillas y pagar la nómina a sus trabajadores en momentos de cierre o reducida actividad.
Podría hacerse efectivo pagadero vía nómina y soportado en los TCE presentados por empresas y autónomos y su cómputo empresa por empresa se registraría en una cuenta controlada por un organismo a designar (Intervención General del Estado, ICAC, Instituto de Censores Jurados de cuenta, u otros) con registro en el Banco de España que justifique el desembolso del BCE durante el periodo perjudicado por la pandemia y contabilizado en las empresas como pasivo considerado no exigible, en un concepto semejante a crédito subordinado amortizable en 15-20 años o capitalizarse según ciertas condiciones. Con un tratamiento por sectores, pequeñas y autónomos, medianas y grandes empresas (podría realizarse por la SEPI su control y en función de su viabilidad y capacidad directiva, reconsiderar su capitalización).
El "helicóptero monetario" financiado así por el Banco Central Europeo, no se incluye como deuda en las cuentas nacionales. En la práctica, el BCE podría incorporar a su activo un concepto de bono coronavirus, evitando dejarse influir por la presión de controversias y discrepancias que generen ahorradores alemanes y de otros países centroeuropeos. Es fundamental conseguir que Alemania no se oponga.
Sería un revulsivo inmediato para asegurar el empleo y niveles de consumo y seguir utilizando otros mecanismos y estabilizadores fiscales, como el seguro de desempleo, y apoyos directos a personas en situaciones de pobreza, que solos resultan insuficientes para una emergencia de las características del COVID-19, así como generar programas de inversiones que mejoren la capacidad competitiva con innovación y tecnología para tratar de dar salida a la crisis en un mercado internacional. El estímulo monetario contribuiría a que las empresas, esencialmente pymes y autónomos mantengan empleo y se vean favorecidas de la menor presión coyuntural de gastos salariales, y que las personas al no perder su empleo podrán seguir haciendo frente a sus compromisos manteniendo consumo, alquileres e hipotecas, poder pagar sus facturas sin acumular atrasos, lo que reduciría la morosidad. Incluso Milton Friedman defendió en 1969 la oportunidad de usar el “helicóptero”, considerando una ventaja poner el dinero directamente donde se necesita: en los bolsillos de las particulares no generando nueva deuda en un momento en el que el crédito, por muy barato que sea, puede ser indeseado.
Cuantificación en una colaboración institucional compatible con otras actuaciones y control público
En cuanto al alcance, importes y plazos habrá que tomar decisiones sobre el tamaño y la distribución de las transferencias, y su control, por países, empresas y personas. Como primera sugerencia proponemos una formula utilizando el andamiaje productivo empresarial público y privado y considerar un importe de 1000 euros mes por cada empleado, que llegaría a personas en nómina empresarial y a autónomos, en tanto que funcionarios y pensionistas seguirían recibiendo la totalidad de sus emolumentos, así como los parados por las vías de subsidios. En todo caso su cómputo no sería superior al 3% del PIB, por lo que si se espera un shock económico superior al 10% del PIB, un estímulo discrecional como el propuesto no puede considerarse desproporcionado.
Evidentemente el debate se centra de pleno en el modelo económico que se desea mantener, siendo alternativa a implantar una renta universal básica a toda la población que desincentivaría el trabajo y rompería la capacidad productiva y la competitividad destrozando la economía en muy corto plazo.
Pero no hay tiempo de concesiones, ya que todo el sistema económico está en peligro y la decisión tiene que tomarse desde un Gobierno con confianza y garantías de credibilidad y recibir un respaldo por parte de la oposición y las instituciones sociales como la CEOE, Sindicatos y entidades de la sociedad civil comprometidas en una salida razonable.
Medida temporal que requiere rápida actuación y control
La diferencia entre el helicóptero monetario y formulas como el QE (facilidad financiera) clásico, como programa de compra de activos que se ha utilizado en la crisis anterior especialmente en Japón, es más que notable. El helicóptero monetario que aquí proponemos supondría la creación de dinero con una anotación semejante a la concesión de un crédito subordinado, sabiendo que solo será recuperable si se cumplen determinadas condiciones, y por tanto con una contraparte más virtual que real.
El riesgo de inflación que puede provocar se reduce por el elevado nivel de recursos ociosos en la economía, fábricas con niveles mínimos de actividad sino paradas, demanda inexistente, parados etc. No obstante y aunque habrá que prestar atención a los índices de precios en los próximos meses, en los que seguro veremos comportamientos dispares en alimentos, ciertos productos sanitarios o quizás en los productos y servicios energéticos, ante los que habrá que tomar medidas de choque, conviene recordar que este es un momento de recesión profunda ya habrá tiempo de volver a ocuparse de la inflación, ahora toca asegurar liquidez para que se mantenga el sistema económico, y para lo cual el efecto de esta medida es mucho más poderoso. Finalmente una vez que se pone en marcha el 'helicóptero' podría resultar complejo aterrizarlo, sabiendo que debe ser un instrumento que tiene que ser considerado como excepcional, y ser un evento único, coyuntural e irrepetible.
Carlos Mallo, Catedrático de la Universidad Carlos III de Madrid, y Manuel Gago, vicepresidente de CEDE