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Schopenhauer y los cambios de opinión, por Javier Fdez. Aguado

(Tiempo estimado: 6 - 11 minutos)
Arthur Schopenhauer

La irracionalidad en la acción directiva_

– "No entiendo cómo el jefe no es capaz de comprender que con el balance que actualmente tenemos, nos encontramos abocados a la quiebra". Se desahogaba un alto ejecutivo de una entidad mercantil que acabó liquidada.

Cabe preguntarse:

¿Es que no entendía la cuenta de explotación?, ¿tenía guardado un as en la manga que no tuvo oportunidad de utilizar? ¿Se trataba, quizá, de un optimismo ciego que le impedía analizar?

Existen explicaciones para ilustrar la dicotomía entre la realidad objetiva y los buenos deseos.

Elementos para una biografía

Arthur Schopenhauer nació en 1788 en Dantzig. Su padre, burgués acaudalado, deseó para el mozalbete la más cosmopolita formación. Francia e Inglaterra fueron testigos de las idas y venidas de Schopenhauer. Acabado ese período, comenzó a trabajar con su progenitor. Duró poco. Su deseo era dedicarse a estudiar. Muerto su antecesor, se sospecha de suicidio, la madre fue complaciente.

Heredó de su padre un temperamento irascible, arrogante e inestable, que pronto le llevó a enfrentamientos con su progenitora. Más aún cuando esta supo de la vida licenciosa de quien se las daba de pensador. Tras diversos avatares, entre los que destaca su interés por el hinduismo, desembarcó en Berlín en 1811, donde fue alumno de Fichte y Schleiermacher, que no colmaron sus expectativas. Centró su interés en su tesis doctoral: La cuádruple raíz del principio de razón suficiente. Allí procuró demostrar lo que sería uno de sus leitmotiv: nihil est sine ratione cur potius sit quam non sit, nada es sin una razón para que sea, más bien que para que no sea.Schopenhauer heredó de su padre un temperamento irascible, arrogante e inestable

En 1820, con exceso de confianza (¡oh, audacia orgullosa de una juventud inmadura!), convocó sus clases en Berlín a la misma hora que las de Hegel. Tras el rotundo fracaso, optó por vivir de las rentas. El resto de su vida destilaría ácidas críticas sobre su colega. Tantas veces las diatribas son fruto indisimulado de la envidia.

192 schopen parergaSu éxito intelectual llegaría nueve años antes de su muerte con: Parergo y Paralipomena. Sus textos eran reflejo del tono agrio que se extendió por Alemania tras el fiasco de 1848. Sus posteriores trabajos hablan de un ascetismo que él nunca practicó. Su última voluntad, con la inclusión de una pensión vitalicia para su perro, es la definitiva muestra de su incongruencia.Sus textos eran reflejo del tono agrio que se extendió por Alemania tras el fiasco de 1848. Sus posteriores trabajos hablan de un ascetismo que él nunca practicó

La contradicción como sistema vital

En otros trabajos he detallado el carácter paradójico de la persona. En las reflexiones de Schopenhauer, hay una profunda contradicción interna no exenta de fallos lógicos. Son expresión violenta de una existencia atormentada e inarmónica. Su conceptualización de esta vivencia permite ahondar en esa dicotomía en la que surfean algunos directivos. No entra dentro de la categoría de lógico que afirmase que la ciencia significa sistema de objetos conocidos y considerase que lo más valioso del mundo es analizar este como voluntad transformadora, ciega e irracional

Nuestro autor no explicó cómo es posible defender una visión determinista y la transición desde comportamientos egoístas hacia la compasión por los otros. No entra dentro de la categoría de lógico que afirmase que la ciencia significa sistema de objetos conocidos y considerase que lo más valioso del mundo es analizar este como voluntad transformadora, ciega e irracional.

Recuerda a Miguel de Unamuno. Defendió este en una tertulia lo contrario de lo que había afirmado por la mañana en la prensa. Al ser señalado por un alumno, se alzó Unamuno iracundo, agarró por las solapas al intrépido y lo expulsó, mientras vociferaba: 

– ¿Quién es usted para impedirme que defienda por la tarde lo contrario de lo que afirmo por la mañana?

Vivir en la contradicción es el derecho que reclaman aquellos que olvidan que la voluntad no carece de racionalidad.Vivir en la contradicción es el derecho que reclaman aquellos que olvidan que la voluntad no carece de racionalidad

La realidad objetiva de la empresa

Para Schopenhauer, las realidades en las que se logra pleno conocimiento son las fenoménicas, las que tenemos delante de los ojos. Afirma que todo lo que sucede tiene explicación causal. Existe la posibilidad de establecer afirmaciones lógicas. Es fácil deducir lo que acaecerá al tomar una decisión. Aunque sea imposible llegar a la última explicación y calar en el sentido absoluto. En el fondo, es un pesimista sobre la posibilidad de conocer verdades. Lo relevante es que su mundo funcione.En el fondo, Schopenhauer es un pesimista sobre la posibilidad de conocer verdades. Lo relevante es que su mundo funcione

No pocos empresarios lo aplican: lo importante es que las decisiones que adoptan tengan repercusiones positivas en las cuentas de explotación. La situación de los empleados, su perfeccionamiento como personas, etc. quedan nublados. A este modo de percibir la realidad, Schopenhauer lo denominó “el mundo como representación”. Distinguía entre afirmaciones inmediatas o empíricas (las intuiciones de un empresario) y otras mediatas o abstractas. Las segundas, aunque puedan servir para mejorar la performance no aumentan, según él, el conocimiento.No pocos empresarios lo aplican: lo importante es que las decisiones que adoptan tengan repercusiones positivas en las cuentas de explotación

Para él, el hombre no pasa de ser una realidad sobre la que no pueden formularse afirmaciones. Dicho de otro modo: las personas hay que tenerlas en cuenta, porque sin ellas poco se hará, pero no se busquen profundidades antropológicas. Schopenhauer propuso ante litteram lo que más tarde propondrían los teóricos marxistas: basta de explicar, lo que hay que hacer es transformar el mundo. Las personas hay que tenerlas en cuenta, porque sin ellas poco se hará, pero no se busquen profundidades antropológicas

La realidad que quiero ver

192 schopen espaldaSegún sus principios, la razón es practicona. Las respuestas se encuentran para Schopenhauer en la voluntad, pues la persona se reconoce como un continuo bullir de aspiraciones, deseos y anhelos.

La voluntad de Schopenhauer es a-lógica, a-rracional, no tiene el control de los hechos. Un directivo podría crear la realidad a su medida. Nadie ni nada tendría autoridad para moderar sus arbitrajes. No existen normas, ni reglamentos, ni restricciones para el omnímodo capricho de quien ocupa una poltrona. Cualquier falsedad se limita a ser un cambio de opinión. La voluntad de Schopenhauer es a-lógica, a-rracional, no tiene el control de los hechos. Un directivo podría crear la realidad a su medida

La consecuencia es grave: no tiene sentido el diálogo. Cuando no hay puntos de referencia, resulta imposible establecer conversaciones constructivas. De ahí surge la carencia absoluta de interés por promover organizaciones participativas. Quien carece de coordenadas, de un equilibrio armónico, no puede salir nunca de la insatisfacción. En el utópico supuesto de que se colmasen los anhelos de la voluntad, surgiría el hastío.Cualquier falsedad se limita a ser un cambio de opinión

Por decirlo de un plumazo:

            – ¿Hay algo peor que desear una cosa y no tenerla?

            – , respondería Schopenhauer, desear una cosa y tenerla.

No existiría un punto de llegada.           

El drama se ve incrementado a causa de un egoísmo del que no resulta posible salir. Recogiendo la expresión que Hobbes copió a Plauto, Schopenhauer defiende que “homo homini lupus”, el hombre es un lobo para el hombre. La existencia no es sino un perpetuo sufrimiento fruto del enfrentamiento entre narcisismos opuestos. Quien carece de coordenadas, de un equilibrio armónico, no puede salir nunca de la insatisfacción. En el utópico supuesto de que se colmasen los anhelos de la voluntad, surgiría el hastío

Su pesimismo le llevó a emplear la expresión de Leibniz a la inversa: este mundo sería el peor de los posibles. En él, cada individuo solo tendría un objetivo: aniquilar a los otros.

Como he mostrado en “Patologías en las organizaciones” (LID), el enfrentamiento entre inteligencia (impotente) y voluntad (irracional) es caldo de cultivo de una enfermedad directiva frecuente: la esquizofrenia. Se manifiesta en el empleo de una doble lógica, a veces triple o cuádruple.

Puede que en su hogar (al igual que ciertos nazis, como explicó Anna Arendt en su Eichman en Jerusalén) sea amable, pero al llegar a la oficina se convierte en el lupus cruel y sanguinario. Surge esa dicotomía en el modo en el que se trata a los protegidos y las patentes injusticias sobre quienes no son de la camarilla.

La salida de la contradicción

192 schopen buhoLa situación en la que queda la persona según el pensador alemán es desalentadora. Propuso la anulación de la voluntad de vivir. Acudió a la necesidad que tiene la persona de alienarse. Únicamente en el diálogo franco surgen rayos de luz en la búsqueda de la verdad. Pero una conversación abierta es demasiado difícil para un espíritu angustiado como el de Schopenhauer.

Propuso otras alternativas. En primer lugar, el arte. Solo mediante la transformación en espectador de situaciones que no producirán rendimiento considera posible la redención del “homo aeconomicus”. En la realidad artística volvería a ser persona. De las artes, la más sublime es para él la música. La contemplación estética culminaría en lo que denomina la Idea eterna. Esta, como la religión, le parecen insuficientes para curar la dicotomía que él ha identificado. Y eso que el ascetismo y la renuncia –que él nunca vivió- le parecen sendas para el reordenamiento.Únicamente en el diálogo franco surgen rayos de luz en la búsqueda de la verdad. Pero una conversación abierta es demasiado difícil para un espíritu angustiado como el de Schopenhauer

Asoció sus teorías a la doctrina hindú de los Mayas y meditó sobre el texto de los Upanishad. Creyó descubrir un camino hacia la nada, mediante la aniquilación del propio yo. Quien se había convertido en el adalid de la voluntad se vuelve al fin en el artífice de su condena. Frente a lo que él consideraba un optimismo desconsiderado de Hegel, su pesimismo le resultaba más auténtico. Muchos siguen alimentándose en esas fuentes, incluso sin saberlo. Frente a lo que él consideraba un optimismo desconsiderado de Hegel, su pesimismo le resultaba más auténtico. Muchos siguen alimentándose en esas fuentes, incluso sin saberlo

Conclusiones y propuestas

Actitudes que hoy en día sorprenden son frutos de una asimilación ayuna de capacidad crítica de pensadores que nos han precedido. En el caso de Schopenhauer, su falta de armonía a causa de la no digestión de la humillación sufrida ante Hegel marca su sinsabor. Su negativa a aceptar contribuciones ajenas, le llevó a una visión parcial, en la que la carencia de elementos objetivadores ensombrece lo que podrían haber sido significativas aportaciones.Su negativa a aceptar contribuciones ajenas, le llevó a una visión parcial

El modo en que muchos directivos establecen una dicotomía entre racionalidad y voluntad –entre lo que en realidad sucede y lo que fantasean– procede de la carencia de un equilibrio armónico que deberían haber recibido en cursos de formación para directivos, que en ocasiones adolecen de un pragmatismo ayuno de referentes. Se enseñan con perfección los know how, pero faltan los know why. A los directivos se les enseña con perfección los know how, pero faltan los know why

Casi todo lo que afirma el pensador alemán tiene lucidez. Por ejemplo, afirma que el suicidio no soluciona nada, porque es manifestación de sometimiento a la voluntad. Falta un contrapunto de realismo a su pesimismo irracionalista, al que tantos se han apuntado. Que el mundo sea una manifestación de un impulso ciego solo puede ser afirmado por quien no se ha detenido a considerar la realidad desde una perspectiva más amplia que las propias frustraciones.


      Javier Fernández Aguado, socio director de MindValue y director de Investigación de EUCIM. Su último título: Entrevista a Stalin (Ed. Kolima).

Imagen de Arthur Schopenhauer en apertura: Portrait photograph of Arthur Schopenhauer by Johann Schäfer, 1859 / Imágenes recurso © Freepik.

Artículo publicado en 2024.

 


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