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Neuroliderazgo femenino

(Tiempo estimado: 6 - 11 minutos)

De acuerdo con los trabajos de investigación realizados por el equipo dirigido por María Shriver –periodista estadounidense perteneciente a la dinastía Kennedy y ex esposa del actor y ex gobernador del Estado de Florida, Arnold Schwarzenegger– se revela que, por primera vez en la historia de los EE.UU., la mitad de las personas que forman la fuerza laboral en ese país son mujeres. 

Las mujeres se han convertido en las personas que traen al hogar el ingreso más alto, o al menos la mitad de los ingresos que se requieren para el mantenimiento familiar. Los resultados de la investigación confirman que esto sucede en dos tercios de las familias americanas. Este nuevo panorama cambia muchas cosas, no solo para las mujeres sino también para los hombres.

El reporte Shriver, que fuera publicado en el año 2009 y que fuera ampliamente difundido a través de entrevistas de televisión, sugiere que la famosa “batalla de los sexos” ha llegado a su fin. Ahora se trata de la “negociación entre los sexos”.  Si bien esta realidad americana puede que todavía no se dé en otros países, hay otras “realidades” que se siguen perpetuando, como por ejemplo la disparidad en los salarios y la asignación de roles entre hombres y mujeres.

¿Cómo podemos las mujeres comenzar a negociar si es un hecho que muchas ganamos el 70% del salario que perciben los hombres que ocupan el mismo puesto de trabajo que nosotras? –esta es la pregunta que pasa por la cabeza de muchas y de muchos-.

¿Qué es lo que hay que hacer o “entender” para modificar los modelos mentales existentes y las creencias que los acompañan?

Es indudable que hay mujeres exitosas y poderosas que han llegado a cargos muy altos, lo cual es un gran aliciente para el resto del género femenino. Sin embargo, esto no es suficiente. Entonces, ¿qué debemos aprender de estas mujeres para sentirnos más cómodas al momento de negociar y enfrentar nuestras relaciones laborales?

De igual manera,  es también motivo de curiosidad el querer saber cómo perciben los hombres el poder femenino y cómo este poder impacta en la manera de liderar una empresa y/o un equipo de trabajo.

Todos estos interrogantes necesitan ser planteados para entendernos mejor y lograr así vencer los obstáculos que se presentan en la sociedad, en general, y a nivel organizacional, en particular. Como dijera la ganadora del Premio Nobel, Marie Curie: “Nada en esta vida es para temer. Es solo para comprender”.

Hablando de comprender, quisiera compartir una conversación que mantuve hace unos meses  con el director general de una empresa venezolana. Él me comentó que nunca se había sentido más cómodo en su labor directiva como en ese momento. ¿La razón? Por primera vez había logrado tener un equipo de ocho ejecutivos, 50% mujeres y 50% hombres.  Al preguntarle cuáles eran las diferencias que había notado con respecto a los equipos que había dirigido anteriormente, en su mayoría constituidos por hombres, su respuesta fue: “Ahora, las decisiones que tomamos como equipo son de una calidad superior, hay más entendimiento y las conversaciones son más amenas y menos competitivas”.

Al parecer, su experiencia es muy positiva y en su mente no caben dudas de que el género femenino brinda al equipo ejecutivo lo mismo, o más, que los equipos integrados solamente por hombres.

Sin embargo, por una u otra razón, aún prevalece en la mente de muchos y muchas la duda de si las mujeres pueden o no liderar igual o mejor que los hombres. Por este motivo, ya hay quienes se han lanzado a investigar si las competencias de los líderes eficaces se presentan también en el sexo femenino.

Recientemente apareció un  interesante artículo en la revista Harvard Business Review, escrito por una consultora especializada en liderazgo. Después de realizar 7.280 entrevistas a líderes de organizaciones de primera línea en EE.UU., estos fueron sus hallazgos:

1) La mayoría de los líderes (un 64%) aún son hombres y, cuanto más alto es su cargo en la escala jerárquica, más domina el género masculino (78% de los líderes a nivel ejecutivo). A niveles gerenciales medios, el porcentaje decrece a un 60%.

2) Luego de realizar evaluaciones de 360 grados a todos estos ejecutivos, se confirmaron los estereotipos mentales que tenemos sobre las habilidades empáticas de las mujeres, su interés por ayudar a otros a crecer y desarrollarse, su habilidad en construir relaciones, preocuparse por su propio desarrollo personal y demostrar integridad en sus actos. De hecho, las mujeres mostraron resultados superiores a los hombres en estas competencias.

En resumen, las mujeres presentaron mejores resultados en 12 de las 16 competencias elegidas como aquellas competencias que los líderes eficaces deben poseer. Estas evaluaciones de 360 grados incluyeron a jefes, clientes, subordinados, colegas y asociados de los candidatos quienes dieron su opinión específicamente sobre las competencias de estos líderes.

El artículo termina sugiriendo que si las mujeres son percibidas como más eficaces que los hombres, sobre todo en lo que se refiere a tomar iniciativas y a alcanzar resultados, ¿cómo es posible que aún se esté debatiendo este tema? Se menciona como razón principal a la discriminación.

A mí me gustaría llamarlo acostumbramiento a hacer las cosas de cierta manera, debido a la falta de habilidad de nuestros cerebros a cambiar de hábitos de manera más rápida de lo que necesitamos para adaptarnos a los tiempos que vivimos.

En primer lugar, el cambiar hábitos requiere ver el mundo a través de lentes diferentes pero, sobre todo, comprender nuestras diferencias y similitudes. Es importante que recordemos que todos somos individuos cuyos talentos y aptitudes son parte de un espectro.

Estudios de las diferencias entre géneros realizados por un grupo think tank en Estados Unidos indican que el estilo de observación de las mujeres tiende a ser amplio y de gran alcance, mientras que el de los hombres tiende a centrarse más específicamente en lo que perciben como relevante para la tarea que están realizando.

Las mujeres están continuamente explorando su entorno en busca de información, mientras que los hombres son más aptos para limitar sus observaciones a aquellos conjuntos de acciones específicas que requieren.

Los estudios además explican que las mujeres tienden a tomar decisiones que garantizan la rentabilidad de una organización en el largo plazo, mientras que el énfasis del género masculino está en el corto plazo. Las mujeres tienden a ser más comunicativas que los hombres y siempre están buscando maneras de crear soluciones que funcionen para el equipo. Son más explicativas y, por lo general, utilizan el tono de voz, las emociones y la empatía, mientras que los hombres tienden a mostrar más inclinación hacia la tarea en sí; hablan menos y se aíslan más.

Estas capacidades deberían verse como complementarias y ofrecen una perfecta demostración de los beneficios que la diversidad puede aportar a las organizaciones.

Los antropólogos creen que las diferentes capacidades que hombres y mujeres manifiestan se remiten a mucho tiempo atrás, desde las fases más tempranas de la historia humana, cuando los hombres contribuían a la supervivencia de su tribu con sus destrezas en la cacería, mientras que las mujeres mantenían al grupo recolectando plantas. Es evidente que las habilidades requeridas para realizar ambas tareas son bien diferentes. Cuando las personas se establecieron en pequeñas comunidades, los hombres y mujeres continuaron ejerciendo diferentes habilidades: los hombres protegían al grupo y las mujeres hacían casi todo lo demás.

En la era industrial, cuando el trabajo se centralizó, los hombres se trasladaron a las fábricas y oficinas, mientras que las mujeres se quedaron en casa para hacer el trabajo doméstico. En algunos casos, las mujeres que trabajaban fuera del hogar lo hicieron impulsadas por necesidades económicas muy fuertes.

Pero la brecha que ha separado a hombres y mujeres desde los albores de la civilización comenzó a desaparecer durante las últimas décadas, cuando las mujeres ingresaron en los lugares de trabajo cerrando así la brecha histórica en la educación que existía en relación con los hombres.

A su vez, esto ha dado lugar a que los hombres tomen un papel mucho más activo en la crianza de los hijos y nuestra percepción de lo que significa ser un padre ha cambiado. Hombres y mujeres ejercen ahora muchas de las mismas habilidades en el transcurso de su vida cotidiana y comparten más aspectos de su experiencia diaria.

Con la tecnología, la forma en la que interactuamos hoy en día ha generado más cambio aún en nuestros estilos de vida y comportamientos. Sin embargo, conservamos diferencias fundamentales que son un legado de nuestras historias diferentes, pero complementarias, ya que la evolución avanza a un ritmo más lento que los cambios tecnológicos o sociales.

A pesar de un compromiso declarado sinceramente de que se va a apoyar y desarrollar el talento de las mujeres, muchas organizaciones todavía no saben cómo valorar las formas de ver de las mujeres, o no entienden cómo usar los puntos de vista de estas, para su propio beneficio.

Para las empresas, los costes de este fracaso no son fácilmente cuantificables, pero son muy reales. Los costes para las mujeres son más evidentes. Cuando las observaciones de las mujeres no son valoradas, ellas, bien se resignan a suprimir sus mejores contribuciones, o bien deciden llevar sus ideas y talentos a otros lugares.

Conseguir la integración de las mujeres en las organizaciones puede que no sea sencillo, pero es fundamental encontrar una forma de comunicarnos y descubrir juntos la mejor forma de actuar como un equipo consolidado con el fin de optimizar nuestro rendimiento y nuestras relaciones interpersonales.

¿Qué diferencias existen entre los cerebros masculino y femenino?

En los últimos 20 años, los expertos en el campo de la neurociencia y la psicología se han centrado en explorar y documentar las diferencias entre los cerebros de hombres y mujeres, desde un punto de vista estructural, para estudiar incluso cómo nuestras respuestas varían de acuerdo con las circunstancias que nos rodean.

¿Cuáles son algunas de estas diferencias?

l La amígdala, que está involucrada en el procesamiento de emociones (miedo y ansiedad) es más grande en los hombres que en las mujeres.

l La serotonina, un neurotransmisor implicado en la regulación del humor, sintetiza de manera más activa en los cerebros de los hombres que en los de las mujeres.

l Se ha encontrado que dos secciones del cerebro responsables del lenguaje son más grandes en las mujeres que en los hombres, lo que da luz sobre una de las razones por la que las mujeres suelen sobresalir en temas basados en el lenguaje y en el pensamiento asociado con el lenguaje. Adicionalmente, típicamente, los hombres solo procesan el lenguaje en su hemisferio dominante, mientras que las mujeres procesan el lenguaje en ambos hemisferios. Esta diferencia ofrece algo de protección en caso de un accidente cerebrovascular. Las mujeres pueden ser capaces de recuperarse más fácilmente de un accidente cerebrovascular que afecte las áreas del lenguaje del cerebro, mientras que los hombres pueden no tener este mismo beneficio.

l Hombres y mujeres perciben el dolor de manera diferente. En algunos estudios, se ha demostrado que las mujeres requieren más morfina que los hombres para alcanzar el mismo nivel de reducción del dolor. Las mujeres también son más propensas que los hombres a vocalizar su dolor y a buscar tratamiento para calmarlo. El área del cerebro que se activa durante el dolor es la amígdala y los investigadores han descubierto que, en los hombres, se activa la derecha, mientras que en las mujeres se activa la izquierda.

l Normalmente, los hombres tienen más habilidades espaciales, o son capaces de representar mentalmente una forma y su dinámica, mientras que las mujeres suelen tener limitaciones en esta área. Los médicos expertos han descubierto que las mujeres tienen la región parietal del cerebro más gruesa, lo que dificulta su capacidad de rotar objetos mentalmente -un aspecto de la capacidad espacial-. Investigaciones han demostrado esta misma capacidad en bebés de tan solo cinco meses de edad, lo cual contradice cualquier idea de que estas capacidades se fortalecieron por influencias ambientales.

l Debido a las diferentes formas en que hombres y mujeres usan los dos hemisferios del cerebro, hay algunos trastornos a los que hombres y mujeres son más sensibles, de manera diferente. Los hombres son más propensos a tener dislexia u otros problemas de lenguaje. Si las mujeres tienen dislexia, son más propensas a compensarla. Por el contrario, las mujeres son más susceptibles a los trastornos del ánimo, tales como la depresión, la ansiedad y la anorexia nerviosa.


LIDERAZGO / TALENTO / HABILIDADES DIRECTIVAS

Silvia Damiano, experta en neurociencias del liderazgo, compromiso e inteligencia emocional.

Artículo de opinión publicado en Executive Excellence nº92 may12

 


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