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Trump, Brexit y otros riesgos del populismo en las empresas

(Tiempo estimado: 5 - 10 minutos)

Shlomo Ben Ami es uno de los expertos contemporáneos que mejor conoce la situación actual de Oriente Medio. Licenciado en Historia y Literatura Hebrea por la Universidad de Tel Aviv y doctor en Historia por la Universidad de Oxford, Ben Ami ha sido uno de los principales protagonistas de los grandes procesos negociadores entre Israel y Palestina. Formó parte de la delegación israelí en la Conferencia Internacional de Paz que se celebró en Madrid en 1991 y estuvo a un paso de lograr la paz definitiva con los palestinos en el año 2000, cuando ocupaba el cargo de ministro de Exteriores israelí en el gobierno encabezado por Ehud Barak, liderando las conversaciones con líderes palestinos que se produjeron en Camp David auspiciadas por Bill Clinton. También representó a su país en las Conversaciones Multilaterales sobre Refugiados en el Medio Oriente de Otawa (Canadá).

El político israelí es un apasionado hispanista (escribió su tesis sobre los orígenes de la Segunda República española). Su conocimiento de la historia y la cultura española le llevó a ser nombrado embajador de Israel en España en 1987 con el gobierno de Isaac Shamir. 

Ben Ami fundó el Curiel Center for International Studies en la Universidad de Tel Aviv, ha sido miembro del Patronato de International Crisis Group del que es, en la actualidad, senior advisor. Asimismo, ha sido miembro del Patronato de la Comisión Australo-Japonesa sobre No Proliferación Nuclear y Desarme. Actualmente dirige el Centro Internacional de Toledo para la Paz, desde donde asesora a distintos gobiernos e instituciones. 

Antonio Garrigues ha sido testigo de excepción del último medio siglo de la Historia de España. Lleva casi 60 años al frente de una de las firmas de abogados más grandes de Europa, y a lo largo de su trayectoria profesional ha asesorado a grandes multinacionales, así como al Gobierno español en materia de legislación económica. También ha prestado asesoramiento jurídico a gobiernos, como el de Estados Unidos y Japón, en sus relaciones con España.

Es presidente de Honor de Acnur España, y se dedica analizar y escribir sobre temas como la globalización, el derecho, la tecnología, o la inmigración.

Durante su participación en el Congreso de Directivos (CEDE), Ben Ami y Garrigues alertaron sobre las consecuencias que puede tener el actual auge de los populismos en el mundo. Ambos advirtieron de que la complejidad socioeconómica y política mundial requiere directivos capaces de liderar sus organizaciones superando desafíos a escala global. Estas fueron algunas de las reflexiones de Ben Ami:

Las empresas no están aisladas

José Ortega y Gasset decía “yo soy yo y mis circunstancias”. Con esta frase, el filósofo español insistía en la importancia que tiene todo lo que está en torno al hombre, todo aquello que le rodea y que, irremediablemente, afecta a manera de ser y de actuar. Se trata de un planteamiento que también se puede aplicar al entorno empresarial, porque las compañías no son inmunes a los acontecimientos externos. Los cambios que actualmente se están produciendo en el ámbito político, geoestratégico o tecnológico son vertiginosos y es necesario que las empresas se preparen para enfrentarlos con éxito. Cada día, los directivos deben lidiar con distintas circunstancias que, tanto a nivel nacional como internacional, impactan con fuerza en sus negocios. 

Algunos de estos escenarios que afectan al entorno empresarial irán cambiando, pero otros se quedarán durante mucho tiempo. Así creo que ocurrirá, por ejemplo, con los movimientos populistas que están surgiendo en Europa y en el resto del mundo y que pueden afectar al futuro del euro impactando, por tanto, en las empresas. 

El populismo es inherente a la democracia, pero puede convertirse en una fuerza maligna e inmanejable. Este movimiento se caracteriza por presionar a los gobiernos, y al entorno económico en general, a dar respuestas inmediatas. Pero tanto a las empresas como a los gobiernos les beneficia más la planificación a largo plazo. Esta tensión entre la inmediatez que exigen unos y la prudencia que prefieren los otros va a ser una constante en los próximos años, porque el populismo no va a desaparecer. Ni siquiera Alemania, que siempre se ha considerado un país estable, es inmune a este movimiento, y es muy probable que la inestabilidad política que vive el país germano afecte al resto de la Unión Europea. Hay que tener en cuenta, además, que el populismo alemán es particularmente peligroso porque no es un populismo económico, sino de clase media y alta que, al igual que ocurre con el fenómeno nacionalista catalán, tiene intensas raíces históricas e identitarias. Tanto es así que el partido Alternativa para Alemania (AfD) ha conseguido convertirse en la tercera fuerza política del país en las últimas elecciones. 

Si el populismo sigue avanzando, Europa se va a ver muy afectada, porque el bloque comunitario es capaz de resistir el Brexit, pero no podría aguantar la salida de un país como Alemania. Además, sin el apoyo de Berlín será muy difícil dar respuesta al fenómeno de la inmigración en Europa. Se trata de un problema reciente para el que todavía no se tienen soluciones. Al igual que ocurre con las personas, las naciones tienen un carácter marcado por diferentes factores en los que se ha desarrollado su historia. Así, por ejemplo, los ingleses no descartan una posible secesión de Escocia, pero en la psicología española es impensable la separación de Cataluña. Existen numerosos atavismos nacionales que condicionan las culturas de los diferentes países y continentes. 

Fuera del viejo continente también se están registrando movimientos populistas. Si las ideas proteccionistas que plantea Donald Trump llegan a implantarse, todo el mundo empresarial sufriría un importante cambio. El comercio internacional basado en acuerdos multilaterales se vería intensamente afectado, porque Trump busca acuerdos bilaterales, y esto tendría un gran efecto sobre los planteamientos económicos establecidos. Las compañías deben estar muy atentas a todos estos cambios porque, por ejemplo, si finalmente el presidente estadounidense ejecuta su estrategia para la reconstrucción de las infraestructuras del país, que implica dar más libertad de acción a las autoridades estatales y locales, y contar con apoyo del sector privado para crear empleos, las empresas españolas, que son líderes mundiales en este ámbito, tendrán una gran oportunidad.

Por otro lado, no hay que dejar de lado la importancia creciente que está teniendo China en la economía global. La caída de los regímenes de izquierdas y el agotamiento del modelo de crecimiento basado en las materias primas que en los últimos años se ha registrado en América Latina están directamente relacionados con el aumento del consumo interno en China, propiciado por las reformas del presidente Xi Jinping. Sin embargo, a todos nos gustaría que China siguiera siendo ese gran país que produce y demanda desde el punto de vista económico, si bien ideológicamente no es una nación que piensa en términos liberales. 

Todos estos elementos formarán parte del dirigente empresarial, porque las empresas no están aisladas. 

Vulnerabilidad a los ataques

El avance de la tecnología es imparable. Pero, en muchas ocasiones, no son las empresas las que generan ideas innovadoras, porque normalmente los avances vienen impuestos desde Silicon Valley. Se trata de productos y servicios innovadores que no siempre responden a una demanda concreta, pero que se imponen con tanta fuerza que obligan a las empresas a adaptarse a ellos. Por ejemplo, nadie pidió que se creara Facebook, pero hoy en día se ha convertido en el hacker más grande del mundo y en la principal agencia de publicidad a nivel global, ya utilizando los datos de los suscriptores es capaz de ofrecer una publicidad personalizada. 

Este mundo cada vez más tecnológico en el que vivimos es también muy vulnerable a los ataques. Es innegable que las nuevas tecnologías y el big data tienen muchas ventajas, pero también tienen inconvenientes, especialmente en todo lo relacionado con el terrorismo, ya que los terroristas se sirven de estas herramientas para expandir su mensaje, multiplicar el terror y captar a jóvenes interesados en adherirse a su causa. 

El efecto Snowden, los ciberataques de Rusia y de Corea del Norte pueden dar paso a una nueva era digital donde los sistemas se hagan cada vez más inmunes a la penetración. 

También los coches autónomos, si finalmente son autorizados, podrían convertirse en armas letales, ya que los terroristas podrían llenarlos de explosivos y programarlos para que actuaran como bombas autoguiadas y que alcanzaran su objetivo sin ningún conductor a bordo. 

Déficit de liderazgo femenino

Por su parte, Antonio Garrigues llamó la atención sobre el déficit de mujeres directivas y sobre algunos factores de impacto mundial. Estas fueron sus palabras:

La revista Harvard Business Review nombró el pasado mes de octubre a Pablo Isla, presidente de Inditex, mejor CEO del mundo. La lista ‘los 100 mejores CEOs del mundo 2017’ también incluye a otros directivos españoles, pero únicamente cuenta con el nombre de dos mujeres en su haber. 

Es evidente, por tanto, que sigue existiendo un techo de cristal importante en el ámbito empresarial que frena el ascenso de las mujeres a puestos de responsabilidad. Creo firmemente que este es uno de los asuntos más urgentes que debemos abordar. Debemos de empezar a aceptar que la presencia femenina en los ámbitos de toma de decisiones va a ser el factor que más impacte en la convivencia social, el modelo económico y de calidad democrática mundial. 

Rechazo a las élites

En los últimos años se ha creado una fuerte resistencia a las élites políticas, económicas, religiosas o culturales porque se piensa que no están cumpliendo con el papel que la sociedad les ha demandado históricamente, que es el de ofrecer un modelo económico lo más justo posible o afrontar los problemas con pragmatismo. 

Estados Unidos es el país con más desigualdades del mundo, pero Donald Trump está promoviendo una reforma fiscal que va a fomentar la concentración de riqueza entre los más ricos, mientras los pobres siguen empobreciéndose. 

El reto de la inmigración

Existen varios factores que, bajo mi punto de vista, van a tener un gran impacto a nivel mundial. 

Uno de ellos es la inmigración. El factor migratorio ha influido mucho en la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, ya que propuso cerrar fronteras para limitar la entrada de extranjeros en el país. Trump olvida, sin embargo, que la humanidad se ha forjado a base de migraciones. De hecho, Estados Unidos y Latinoamérica son producto de la migración europea. 

También el Brexit ha sido, en gran parte, consecuencia de un intento por controlar la inmigración y, finalmente, el miedo a este movimiento ha vencido; aunque no hay que olvidar que el 70% de los jóvenes no votaron el Brexit, por lo que esta decisión ha sido tomada por personas que pertenecen a generaciones antiguas. 

Asimismo, las dificultades para formar gobierno en Alemania han estado propiciadas por la inmigración, y a esto hay que sumar el crecimiento de la extrema derecha en países como Hungría, Polonia o Francia. La hostilidad a la inmigración es el lema central de todos estos partidos populistas. Si Europa no crea pronto una política común y no sabe negociar el tema de los refugiados, se acabará convirtiendo en un continente viejo y decadente. 


Shlomo Ben Ami, vicepresidente del Centro Internacional de Toledo para la Paz y Antonio Garrigues, presidente del Senado de CEDE

Texto publicado en Executive Excellence nº144 ene. 2018.


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