Gilles Serra: "España ha de ser la Florida de Europa"
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Desde julio de 2004, el francés Gilles Serra dirige Crédit Agricole Private Banking España, organización a la que ha estado vinculado desde hace años, desempeñando puestos de dirección en diversos países.
Después de haber transitado por Uruguay, Turquía, Beirut o Nepal, recala en España por segunda vez, pues fue director del Banco Indosuez en Barcelona de 1985 a 1988. Además de Caballero de dos Órdenes (la del Mérito Nacional francesa y del Mérito Agrícola francesa), preside la Cámara Franco-Española de Comercio e Industria. Charlamos con él para entender el origen de la crisis española desde un prisma diferente y, sobre todo, para descubrir su propuesta de cambio de modelo económico.
FEDERICO FERNÁNDEZ DE SANTOS: ¿Por qué titula su exposición “Hola Ricos”?
GILLES SERRA: Que nos quejemos de la situación de la economía me parece muy bien, pero hay que poner esta situación en su contexto para tener una perspectiva clara. Si nos remontamos a los años 60, el PIB per cápita español era el 64% del PIB europeo. Hoy en día, su PIB está al nivel del de Europa.
Este crecimiento ha sido fantástico. España es la décima primera potencia mundial, a la par que Canadá. También es el octavo inversor mundial fuera de sus fronteras. Si bien estamos en crisis, es una crisis de país rico. Las crisis anteriores que había sufrido España eran de país pobre o intermedio. Esta crisis es muy diferente de las precedentes y es por eso el título “Hola Ricos”.
F.F.S.: Pero, ¿de dónde viene este exitazo de España?
G.S.: Para poder dar una explicación razonable -que no racional- hemos de recordar las ganas y el deseo, en los años 60 y 70, de ser tan prósperos como quienes provenían de más allá de los Pirineos. Aquellos extranjeros que venían de vacaciones con sus coches, ropa y dinero. La verdad es que estos visitantes no eran más que de clase media, pero para los españoles de entonces era igual que si fuesen millonarios. El modelo de ricos que tenían los españoles en mente era, simplificando, ser como ellos. La televisión aumentó el deseo por este modelo de riqueza. Y los españoles trabajaron muchísimo para obtener este nivel de vida, y esto cambió la sociedad.
El otro factor a tener en cuenta en el desarrollo explosivo de la economía española de los últimos años es la llegada de la inmigración. En 20 años, ha pasado del 0 al 12% de la población. Para que un país crezca, más allá de su crecimiento natural, la única solución es atraer a gente; así se ha compensado el bajo crecimiento demográfico español, aumentándose el nivel de vida de todos.
Por último, el incremento del crédito en estos últimos años ha sido brutal. En el año 2001, pedir un crédito era una hazaña: al 15%, y en pesetas, o eras un héroe o no sabías de economía. Con la llegada del euro, los tipos se desploman, España conoce el dinero barato por primera vez. En 1996, los préstamos a hogares representaban el 45% del PIB, hoy el 125%. Esto es, a todas luces, exagerado. Está al nivel de EEUU o Inglaterra, y muy por encima de Alemania o Francia. El crédito es como el vino. Una copa sienta bien al corazón, pero en dosis masivas, mata. Un poco de crédito permite el desarrollo de la economía, pero en grandes dosis puede destruirla. España tiene ahora un problema de sobre endeudamiento de los ciudadanos, no del Estado.
F.F.S.: Y, ¿para qué ha servido este crédito?
G.S.: Ha servido un poco como crédito al consumo, pero fundamentalmente como crédito a la vivienda. El primero está en línea con otros países europeos o con EEUU. En cambio, el crédito concedido a la vivienda ha sido anormal. Con este crédito se construían 700.000 casas al año, más que Inglaterra, Francia y Alemania juntas, siendo las necesidades españolas sólo de 200.000 viviendas. ¡Medio millón de casas cada año con afán especulativo!
Un cálculo “elegante” del precio de la vivienda es medirlo en años de ingresos. Globalmente, una casa, hasta el año 2000, costaba cuatro años de ingresos. En EEUU, con la crisis de los subprime, llegó a cinco años. En España pasó de cuatro años a más de siete años, entre 1998 y 2007. Casi duplicó el precio de la vivienda, cuando el sector inmobiliario suele subir de precio, a largo plazo, al ritmo de la inflación.
En 1994 se vivió una crisis similar, una burbuja inmobiliaria aunque no tan exagerada por la menor disponibilidad de crédito. Se salió de ella después de tres años con el 15% de inflación anual y tres devaluaciones. Si el precio de las casas pareció permanecer estancado, la realidad es que perdió el 50% de su valor. Éste es el camino para la salida de la crisis y habremos de estudiar cómo aplicarlo.
F.F.S.: ¿Cómo está la situación de la deuda española ahora?
G.S.: El Estado no está excesivamente endeudado, un 55% del PIB. Pero la deuda total, considerando todos los agentes -Estado, personas y empresas- está disparada. Es un 340% del PIB. Esta situación es casi tan mala como la de Inglaterra o Japón.
Sin embargo, el modelo de negocio de Inglaterra tiene un punto de excelencia que es la City. En cuanto ésta arranque, los problemas de Inglaterra desaparecerán. En Japón, el modelo de negocio es la exportación, y la deuda está contenida internamente sin depender de los mercados internacionales.
F.F.S.: Si el modelo español es el inmobiliario, ¿cómo sacar el país adelante?
G.S.: En 2009, la construcción pesaba un 11% del PIB, pero el cemento no es construcción, ni tampoco lo es el acero o las ventanas, o los ladrillos, o las bañeras, o el transporte. Tampoco incluye los impuestos municipales, el IVA, los impuestos derivados de los salarios y de las empresas. Si se analiza el impacto real de la construcción en la economía española, éste debe de estar cerca del 30% del PIB. En 2009, el PIB bajó un 4%, pero con un déficit del Estado del 11%. La bajada real, antes del gasto adicional del Estado, fue del 15% y a éste no le quedan más planes E por hacer en el futuro.
F.F.S.: ¿Es mucho esta caída del PIB?
G.S.: Si esto ocurre en un país rico, no es excesivo. Es lo mismo que ha pasado en Irlanda, o los Países Bálticos. Aun siendo una caída muy importante, no es insostenible. Volveremos a niveles de PIB per cápita del año 2004. Entonces los españoles, en su gran mayoría, ya vivían bien. Los números dan miedo pero la realidad no es tan lúgubre.
F.F.S.: ¿Y qué nos dice del paro?
G.S.: En 1994, el paro subió al 25%. Creo que en esta crisis el paro también subirá al 25% con el factor agravante de la inmigración, llegada para la construcción.
En 2007, el momento de mayor crecimiento de la economía, existían dos millones de parados. Para mí, éstos son parados profesionales, ya que al mismo tiempo entraban dos millones de inmigrantes que inmediatamente encontraban trabajo. También es cierto que este paro tan elevado, sin disturbios sociales, sólo se entiende si se acopla al subsidio de desempleo y a la economía sumergida.
F.F.S.: ¿Y cómo podremos salir de esta crisis?
G.S.: En 1994 se salió gracias a las devaluaciones. España está hoy dentro del euro, y esta posibilidad ya no existe. Salir del euro nunca puede ser una estrategia. Si sales, devalúas inmediatamente un 50%. La pérdida de confianza aumenta el coste de la deuda, y la inversión extranjera desaparece. La inflación se dispara. Como estrategia es inverosímil. Pero, lo que sí puede ocurrir si España no puede refinanciar su deuda, si la inflación se dispara, y si los inversores pierden confianza, es que desaparezca el euro. Por ello, que España saliese del euro sería la consecuencia de una catástrofe y no una estrategia decidida.
Ya que salir del euro no es una hipótesis, la única solución viable es una “devaluación interna”. Para ello se han de reducir los costes. El anuncio del Gobierno de bajar los salarios el 5% va en la buena dirección. Se piensa que un descenso del 5% del salario equivale a un descenso, en igual medida, del nivel de vida: falso. Si bajas el salario de un funcionario el 5%, al día siguiente, en el restaurante donde va a comer, también bajarán los precios un 5%, produciéndose un efecto en cadena. Eso sí, si vas a Alemania, las cosas estarán un poco más caras. Pero también me parece poco razonable que un restaurante en Madrid sea hoy más caro que otro igual en París o Berlín. Y, como contrapartida, se verá un aumento del atractivo español frente al turismo, y el precio de las exportaciones será más competitivo.
F.F.S.: ¿Y para los activos?
G.S.: La segunda parte de esta “devaluación interna” debe centrarse en el precio de los activos, en particular inmobiliarios. Hoy el mercado está bloqueado porque los particulares siguen teniendo en mente los precios de 2007. En todas las crisis inmobiliarias, son los bancos los que fijan los precios, al estar obligados a vender los activos que han recuperado vía morosos. Hoy en día, los bancos aplican la circular del Banco de España que contempla una bajada máxima del 20% del precio de los activos inmobiliarios, y del 50% para el suelo. Sin embargo, este descuento está muy lejos de lo que espera el mercado, y por lo tanto las transacciones no se cruzan. Tarde o temprano, los precios tendrán que bajar para poder atraer de nuevo a los inversores, tanto españoles como extranjeros. Mientras no suban los tipos de interés, nadie tiene prisa. Si los bancos y cajas vendiesen estas casas al 50 o 60% del precio del 2007, unos cuantos de ellos se encontrarían con fondos propios insuficientes. Como pasó en Inglaterra o en EEUU, el Estado tendría que recapitalizarlos. Esto no es tan grave como suena, dado el bajo nivel de endeudamiento del Estado. Y este tipo de medida suele ser muy temporal. Por otra parte, la contrapartida sería una reducción del endeudamiento de los ciudadanos. El endeudamiento global del país no cambiaría. Y estas personas volverían a ser agentes económicos activos y consumidores participando en la salida de la crisis.
Volviendo a la crisis de 1994, entonces pudimos observar una subida de la morosidad de los bancos hasta el 9%. Por algo será que el Banco de España -que conoce perfectamente sus números- declaró, en 2009, que el sistema bancario español podría soportar una morosidad de hasta el 9%. De hecho, después, los balances de los bancos se subsanaron paulatinamente, y 10 años más tarde, la morosidad estaba por debajo del 1%.
F.F.S.: Hay una frase que cita: “La economía española va a pasar de ser de color hormigón a color hormiga”. ¿Qué significa?
G.S.: Los mejicanos dicen que las cosas se ponen de color hormiga cuando se ponen feas. Pero en Francia, o en España, asociamos las hormigas al ahorro. Aquí tenemos un poco de los dos. Se dispara la tasa de ahorro, del 11% al 18%. Este cambio no es mucho comparado con el 340% de deuda del país, pero sí es importante. Significa que el 80% de los españoles, que no están parados, ahorran ahora más que todos juntos antes. Cuando la economía dé la vuelta, tendremos entonces 180.000 millones de euros con ganas de ser gastados, invirtiendo en casas, y consumiendo.
F.F.S.: ¿Qué consecuencias podría tener la caída financiera de España?
G.S.: La imposibilidad de España de cumplir con sus compromisos llevaría al desastre a muchos bancos europeos. En los bancos franceses, la deuda de Grecia, Italia, Portugal y España es, en total, casi 400.000 millones, o el 35% del PIB. Una pérdida así no es soportable. Todos los países harán lo que esté en sus manos para evitar una caída de España y de los otros países europeos amenazados, apoyando la reestructuración ordenada de sus deudas. No es un tema de bondad, sino de auto preservación.
F.F.S.: Pero, ¿tenemos una salida clara?
G.S.: Clara sí, fácil no. La situación me recuerda una cogida de José Tomás en Las Ventas en 2009. Aquel día, el torero cortó cinco orejas. Con ello quiero decir que, aunque la cosa pueda parecer que está complicada, también es una fantástica oportunidad.
España tiene dos tipos de problemas. Unos semejantes a los que experimentan el resto de los países ricos, y otros específicos. Es importante identificar cuál es cuál, pues de ello depende la solución a aplicar. En los problemas compartidos, la solución no provendrá de España. En cambio, para los problemas locales, la solución ha de ser rápida y de origen local.
Entre los problemas comunes, distingo el endeudamiento que es similar en muchos países de Europa, en el Reino Unido, en Japón y en los EEUU. Esto se arreglará o bien vía un poco de inflación generalizada, o bien vía reducción de los déficits como lo prefiere Alemania. Una dosis de reestructuración, ojalá ordenada, también es inevitable. Los ganadores serán en todo caso las divisas asiáticas, lo cual reflejará su progreso económico.
También están el alargamiento de la vida y los relacionados temas de pensiones y de edad de jubilación. La batalla es común a todos los países, y todos tendremos que trabajar más años. Lo que sí está claro es que los ciudadanos de todos estos países saldremos de la crisis más pobres que en el 2007.
Pero “Spain is different” en unos cuantos aspectos. El primero es el tema del precio de las casas vacías en propiedad de los bancos y de los particulares. No sé si son 500.000 o dos millones, pero sí está claro que sin una bajada masiva del precio estas casas no se venden. Luego está el problema de la deuda de los ciudadanos, que no permite relanzar la economía vía un aumento del consumo. También está el problema del paro y de la inmigración, muy relacionados. Pero, y lo que es lo más importante, es el problema del modelo económico. Si la construcción, y todos sus abastecimientos, representa el 30% del PIB, ¿qué hacer si ésta se paraliza?
F.F.S.: ¿Podemos cambiar de modelo económico?
G.S.: Es aquí donde puedo aportar buenas noticias. El tema del cambio de modelo económico, España lo ha superado ya varias veces. Así la economía colonial desapareció de golpe en 1898. España sufrió una tremenda crisis, económica y moral, pero ésta se vio acompañada por una gran creatividad en literatura, pintura, biología... y se salió de ella con dificultades, pero transformándose, desde su “nativa desnudez peninsular”, en una potencia de rango superior al precedente. El otro ejemplo es en 1982, cuando España tuvo que sufrir la reconversión de su industria siderúrgica. Aunque pocos la recuerden, fue una crisis horrible. España salió catapultada de esta reconversión. La España de hoy está en una situación muy similar. Estoy seguro de que sabrá encontrar el modelo de negocio que permitirá otra vez una salida airosa.
Para ello, diviso algunas pistas. Ya hemos visto la devaluación interna, incluyendo la baja del precio de los activos inmobiliarios. La segunda se centra en el trabajo “subterráneo”. Este 20% (dicen) de trabajo negro permite compensar el paro sin enormes problemas sociales.
También forman parte de la solución las inversiones españolas en el exterior, ejerciendo un efecto tractor. Sin duda, la globalización de la empresa española contribuirá a la recuperación. Además, España ha demostrado tener una fantástica capacidad tecnológica. En aeronáutica, España es líder mundial en fibra de carbono. También es líder en generación eléctrica renovable. Y es líder en concesiones (puertos, aeropuertos, autopistas). Estos dos últimos puntos crean una combinación perfecta: son pocas las empresas en el mundo capaces de gestionar una concesión, siempre a muy largo plazo, para producir energía renovable.
Pero la jugada ganadora para España es otra. En Europa, la generación de los Baby Boomers (nacidos entre 1945 y 1960) es la generación más importante en número, y en poder adquisitivo, que ha habido. Esta generación está en proceso de jubilación y para ello necesita lugares con estabilidad política y monetaria, casas, buena sanidad, buenas infraestructuras (transportes, deporte y hospitales), seguridad y buen tiempo. Todo esto está disponible en España. Estamos hablando de gente que quiere vivir y consumir once meses al año en España. El sector turístico, con su sueño de alargar las estancias de dos a tres semanas se queda muy atrás. Y en España se puede reciclar miles de casa vacías para este tipo de proyecto.
F.F.S.: Pero, ¿cómo hacerlo?
G.S.: Hay que hacerlo de una manera coordinada entre todas las empresas que pueden influir en este segmento de población: constructoras, sanidad, transporte aéreo, seguridad, los ayuntamientos…
Las necesidades objetivas son bajas. Entre los 60 y 70 años sólo se necesitan casas y campos de golf, que ya están construidos, y seguridad (patrullas de vigilancia). Entre los 70 y los 80, se necesita lo anterior, y servicios inmediatos de atención personalizada en caso de problemas de salud. No hablo de médicos a domicilio, sino de sistemas inteligentes (videoconferencia, control de constantes vitales y todas esas innovaciones médicas como la tele asistencia). Después de los 80 se necesitaría lo mismo, de manera más intensa, y quizás habitaciones algo medicalizadas.
El grueso de la infraestructura ya existe. No hablamos de inversión sino de mentalidad, de entender lo que se necesita. De servicios. No es un proyecto para construir más casas. Es una estrategia para captar a los clientes con más poder adquisitivo de Europa, utilizando las infraestructuras que ya existen, y generando empleo.
Tecnología+Seniors. Esta combinación no es nada nuevo. Ya existe en Florida con Cabo Kennedy y los seniors americanos. Si España ha de reinventarse a través de un nuevo modelo de negocio, creo que es éste el camino: un gran país que hace un poco de todo: industria, agricultura, servicios y que, además, acoge a los seniors europeos. España ha de ser la Florida de Europa. ¡Y recordar que Florida es uno de los estados de más éxito en EEUU!
Entrevista publicada en Executive Excellence nº72 jul10