Eduardo Serra: paradigma de independencia política
Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, en 1974 Eduardo Serra Rexach ingresó con el número uno en el Cuerpo de Abogados del Estado. Desde 1977, desempeñó diversos cargos de responsabilidad en los Ministerios de Industria y de Defensa. En 1984, fue nombrado secretario de Estado de Defensa hasta su renuncia en 1987. Desde 1993, fue presidente del Instituto de Cuestiones Internacionales y Política Exterior, hasta su posterior nombramiento como ministro de Defensa, de 1996 a 2000. De manera que ha ejercido labores en la Administración con UCD, PSOE y PP. Más tarde, fue presidente del Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos.
Es justo afirmar que pocas personas en España cuentan con una visión geoestratégica como la suya. Su carrera política multi-gobierno, y su experiencia en materias de defensa, política internacional y economía, le hacen tener una perspectiva capaz de comprender el marco general donde nos encontramos.
Además de miembro de la Academia Europea de Ciencias y Artes desde 1994 y patrono del Museo del Prado desde 2007, en la actualidad Eduardo Serra es presidente de Serra y Asociados, consejero de varias empresas españolas y extranjeras, y presidente de la Fundación everis, responsable de la popular iniciativa “Transforma España”.
El documento, respaldado por cien personalidades, entre líderes empresariales del país, expertos temáticos y emprendedores, fue entregado recientemente por el propio Eduardo Serra a S.M. El Rey, en audiencia privada en el Palacio de la Zarzuela. Este informe, que pone de relieve la gravedad de la actual crisis económica, sus causas y consecuencias, propone una serie de soluciones y actuaciones en todos los ámbitos del sistema que deben producirse en los próximos años para generar un verdadero cambio. El presidente de la Fundación everis estuvo acompañado por una representación del centenar de empresarios y expertos que han participado en la propuesta “Transforma España”.
El trabajo plantea la necesidad de abordar cambios urgentes, estructurales y sistémicos ya que, según el texto, “la tendencia de pérdida de posicionamiento absoluto y relativo en todos los indicadores relevantes del país, es preocupante para el futuro de los españoles y su papel en el mundo”. Como el propio Serra explica: “La finalidad es que sea útil y se pongan en marcha las medidas recomendadas”.
FEDERICO FERNÁNDEZ DE SANTOS Y ALDARA BARRIENTOS: Hasta hace aproximadamente una década, el mundo ha tenido un líder financiero y económico, que dictaba el rumbo. En los dos años posteriores al origen de la crisis, este liderazgo parece existir de una forma combinada entre una serie de países. El hecho es que consideramos que es importante el que exista un liderazgo económico global capaz de poner de acuerdo a las diferentes naciones. Los resultados de Seúl indican que vamos hacia una lucha de mercados. La sobreoferta y falta de acuerdo internacional económico puede desembocar en políticas proteccionistas. ¿Está considerando España este factor dentro de la ecuación?
EDUARDO SERRA: Este tipo de situación a la que nos enfrentamos: globalización, tentaciones proteccionistas, guerras comerciales..., que hasta hace poco parecían contenidas, da la impresión de que están dejando de estar controladas. A los países medianos, como España, les viene muy mal, pues no tenemos fuerza, ni tamaño ni dimensión económica, para imponer nuestro criterio. Por lo tanto, tendremos que someternos a lo que acuerden los más grandes.
Un entorno de proteccionismo es muy perjudicial para nuestro país; ya que, para pagar esa deuda que hemos generado, debemos incrementar las exportaciones -entre otras cosas-, y la situación así lo hace más difícil. En mi opinión, estas cuestiones no son tenidas en cuenta por la gente porque, esencialmente, no son temas de conversación. El documento “Transforma España” no hace referencia a esta coyuntura concreta, en parte porque fue concebido antes del verano y desde entonces ha habido cambios.
Personalmente, considero que España tiene que hacer dos cosas principales. La primera: construir el futuro trabajando entre todos (lo mismo que en su momento significaron los Pactos de la Moncloa). Actualmente, creo que se está mirando demasiado por el retrovisor. Se presta atención a la “memoria histórica” y, en mi opinión, esto no es positivo. Hay que mirar hacia delante y hacia fuera, en vez de hacia dentro y hacia atrás. Se ha llegado a un grado de falta de entendimiento entre los partidos políticos que da la impresión de que hoy es imposible alcanzar unos pactos, como los que entonces se alcanzaron. Esta situación ha hecho que la posición de liderazgo que teníamos en España haya ido decayendo.
La segunda: nuestro modelo económico -esto tiene que ver con el Gobierno de cada momento- se ha basado, por decirlo de una forma muy simplificada, en mano de obra barata, modelo que se ha terminado. Hay países mucho más baratos que nosotros. ¿Cuál es la ecuación? Si yo quiero exportar más de lo que estoy haciendo ahora, y no puedo bajar el precio (aunque algo siempre se puede), tengo que trabajar más y mejor. Más, reduciendo el absentismo, por ejemplo. Mejor, incrementendo su valor añadido. Éstas son maneras de aumentar las exportaciones. De ahí que sea importante la formación y el cultivo del talento, ya que sólo a través de él se puede conseguir valor añadido.
F.F.S./A.B.: Si miramos por ese espejo retrovisor que aludía y nos fijamos en su carrera, nos damos cuenta de que es usted un ejemplo poco habitual. Ha ejercido labores en la Administración con UCD, PSOE y PP, y siempre con un objetivo muy claro. ¿Por qué no tenemos en España personas capaces de trabajar con todos?
E.S.: Hemos llegado a una situación poco deseable: la profesionalización de la clase política. Esto, y quiero dejarlo bien claro, es una idea mía (no del documento). Se ha profesionalizado, en sentido negativo. Ahora un político empieza a los 20 años en las juventudes de su partido, y hace carrera política. A mí eso me parece malo, porque no permite la ósmosis, la permeabilidad, entre la política y la sociedad. Yo he estado en política con los partidos más importantes, pero entre medias he estado “en mi casa”. Y no he estado ocioso, sino que estaba en la calle viendo cuáles son los problemas de la sociedad, no los problemas de los partidos políticos. Este distanciamiento de los políticos con la sociedad me parece mal, hace que sea más difícil que una persona que no pertenezca a ningún partido pueda entrar en política. Creo que el hecho de que haya personas de diferentes parcelas de la vida nacional en la vida política es enriquecedor y bueno para todos.
Recuerdo una conversación que mantuve hace años con el ex primer ministro británico James Callaghan. Me decía que, en la política, tenía que haber gente de todas las edades, porque a los 20 años se tenían unas virtudes, a los 30 otras, a los 40 otras… y a los 60 –decía– se tenían más convicciones. Él era muy favorable a la Transición española –hablo del año 83–, pero hacía notar que todos éramos muy jóvenes. Desde el Rey al presidente del Gobierno, pasando por el líder de la oposición. Eran todos muy jóvenes. Esto quiere decir que un poco de mezcla de distintos entornos, de distintas procedencias y de distintas edades enriquece la política. El que todos se nutran de la misma cantera, empobrece. Esa falta de permeabilidad y comunicación entre los políticos y la sociedad es negativa.
F.F.S./A.B.: Una de las actuaciones que plantea el documento “Transforma España” afecta al sistema educativo. Decía el señor Pizarro –en el reciente congreso de Madrid Excelente–, que la inversión en educación es la inversión más importante que se puede realizar en la economía española para nuestro futuro. ¿Cómo tiene que ser ese nuevo escenario de educación en España? ¿Qué errores debemos subsanar?
E.S.: Enfocaría esta respuesta en dos planos. En primer lugar, y respecto al documento que hemos presentado, abordamos la necesidad de una estabilidad en los planes de educación. No se puede cambiar de planes de forma continua. El informe está hecho por personas con distintas sensibilidades políticas y con procedencias geográficas diversas, que dirigen empresas de distinto tamaño y tienen diferentes edades. La conclusión a la que todos llegan es única: no podemos permitirnos el lujo de variar cada cuatro años los planes, ya sean energéticos o educación.
Estoy de acuerdo en la afirmación del señor Pizarro respecto de que la educación es una de las inversiones más importantes y esenciales en nuestro país. En este mundo globalizado, inmerso en una revolución tecnológica, el talento es lo que más vale en esta revolución. Porque para crear empresas como Microsoft, Yahoo o Google, no hace falta mucho dinero sino, sobre todo, talento. Estamos viendo cómo estas compañías son las que crean riqueza en los países donde nacen. Desde el punto de vista general, y sin duda desde la perspectiva económica, la mejor inversión que se pueda hacer es sacar el mayor partido posible al talento que tenemos.
Mi opinión es que no podemos seguir sin fomentar la excelencia. La excelencia no sólo en el campo educativo, pero desde luego en él. No podemos permitirnos el lujo de considerar que estudiar sea una commodity. Hay que ser selectivos y exigentes, porque al final el choque con la realidad es mucho más grave si no hemos sabido ser rigurosos en la selección.
Un país no debe tener toda su población universitaria. Personalmente, considero que el coste es excesivo y es un despilfarro invertir tantos fondos en una persona para que termine realizando labores en las que no se requiere formación universitaria. No merece la pena esta inversión, ya que puede destinarse a otros objetivos más productivos. Es magnífico que toda la población reciba formación educativa, pero ha de estar encuadrada en un tope temporal donde, hasta una edad, todos se formen pero, a partir de esa edad, únicamente quienes lo merezcan.
F.F.S./A.B.: Hablando de la globalización. Formamos parte de una Unión Europea donde se dan grandes diferencias: países con un 6% de paro frente a nuestro 20% (o más), no existe movilidad laboral entre unos y otros, las recetas que se emplean para países estructuralmente sólidos, como Alemania (y me refiero al precio del dinero), no son adecuadas para un país como el nuestro. Si a esto añadimos el factor de la deuda acumulada por España (que es tres veces y media el PIB), nos encontramos con un marco complejo, por no decir peligroso. ¿Cómo se pueden ajustar esas recetas que son interesantes para Alemania o Francia, pero que a nosotros nos perjudican?
E.S.: Hay que ser conscientes del peso que España tiene dentro de la Unión Europea, donde hay países con distintas políticas económicas y fiscales. ¿Qué medicinas se está intentando aplicar? Una medicina anti-inflación, evitando la depreciación del euro. Si lo que hacemos es fabricar muchos euros, aparecerá la inflación y éste se depreciará. Nosotros, como país, estamos pidiendo la cuarta parte de los préstamos que da el Banco Central Europeo, con lo cual estamos haciendo que se fabriquen más euros de los que sería de desear. Esa política restrictiva favorece a países acreedores, como es Alemania, y perjudica a países deudores, como es España.
Cuanto más tardemos en tomar medidas, más crecerá la deuda. Esa deuda es mayor que la de hace un año, con lo cual hoy vamos a tener que recortar más que entonces. Cuanto antes tomemos las medidas, en términos económicos, mejor. Las oscilaciones que estos días estamos experimentando en los mercados financieros hacen que sea aún más urgente la implementación de medidas.
F.F.S./A.B.: Llama la atención que, entre las propuestas de futuro del Informe, hay un calificativo recurrente al referirse a la Administración: ineficiencia. Se habla de “combatir la baja eficiencia del aparato público”, “corrección de las ineficiencias de la gestión pública…”¿Hastá qué punto está dañada la función pública en nuestro país? ¿Qué ocurre con la Administración?
E.S.: En primer lugar quiero decir que yo soy funcionario. Dentro de los grandes profesionales a los que he tenido el placer de conocer, hay muchos funcionarios. Muchos. No sólo los abogados del Estado, como yo mismo, sino
técnicos comerciales, inspectores y muchos otros. Todos ellos magníficos. Lo que no puede ser es que concurran diversas administraciones sobre una misma materia, incluso a veces con intereses contrapuestos. Por ejemplo: para hacer una línea eléctrica (y es una experiencia que hemos vivido hace pocos años con el déficit eléctrico del Levante), hay que pedir permiso primero a una Administración del Estado, luego a las Administraciones de la Comunidad de Madrid, de Castilla La Mancha y de Valencia. Tras la aprobación, hay que volver a Madrid para analizar las modificaciones que han hecho las Comunidades Autónomas. Una vez que la Administración Central ha hecho las correcciones precisas para adaptarse a los requerimientos de las Comunidades Autónomas, hay que ir a la Administración Local, a la multitud de términos municipales por los que tendrá que pasar la línea y después de ello volver a examinarlo… Conclusión: se puede tardar 10 años en tener la autorización para poner un tendido eléctrico. A eso nos referimos cuando hablamos de la ineficacia de la Administración. No tiene que ver con las personas que están en la Administración. Pero, ante una necesidad urgente, como puede ser que una Comunidad Autónoma tenga un déficit eléctrico que sufren los ciudadanos, no podemos esperar 10 años a que las distintas Administraciones den permiso. Sencillamente, eso no puede ser. Igual que es un despropósito que una ambulancia salga de Barcelona y no pueda llegar a Madrid porque los requisitos exigidos son distintos en una Comunidad y otra. Es un despropósito.
En el documento, hablamos de la necesidad de una delimitación estricta de competencias.
Entrevista publicada en Executive Excellence nº76 dicº0