Respuestas de la industria farmacéutica ante el nuevo paradigma de las ciencias de la salud
Estamos inmersos en una etapa especialmente peculiar de la historia económica de nuestra civilización: una crisis económica sin paliativos, rozando ya la recesión, que está obligando a un denso y complejo trabajo que afecta a gobernantes y gestores económicos, y también a las empresas, a los trabajadores y sus organizaciones respectivas, tanto en una escala global como en los mercados locales.
Somos todos, por tanto, testigos y a la vez actores de esta peculiar coyuntura, en donde se está acometiendo la resolución de los problemas y adoptando las soluciones de nuevas formas que hubieran podido resultar extrañas o incluso impensables hace sólo unos pocos años.
Ello nos lleva a pensar que no estamos sólo en un final de ciclo, sino que, al menos en cierta medida, el modelo de crecimiento económico que hemos venido utilizando hasta ahora está tocando a su fin, que una serie de planteamientos sobre los cuales hemos ido desarrollando nuestra actividad y acrecentándola han dado todo su fruto y se encuentran agotados. Hay que emprender nuevos caminos ante esta situación cuyos efectos a largo plazo aún es pronto para valorar, y en la que las vías de solución son más bien opciones tentativas que se van adaptando a la vista de los resultados de cada acción emprendida.
En la esfera de la salud se puede hablar de una serie de peculiaridades que la diferencian de otros sectores y que obligan igualmente a reaccionar frente a los cambios, que en parte motivados por la crisis global y en parte debidos a la evolución del propio sector, ya se están percibiendo. Trataré aquí de destacar cómo se está conformando un nuevo paradigma en el ámbito específico de las ciencias de la salud y qué respuestas debe dar la industria farmacéutica ante este nuevo escenario, centrados especialmente en la compañía que represento, Roche Farma, en mi actual responsabilidad como Jefe de Operaciones para Europa Occidental.
Para entender el escenario. La primera peculiaridad que, pese a lo obvio, hay que destacar, es que la ley de la oferta y la demanda no funciona desde una perspectiva meramente económica cuando se habla de asistencia sanitaria. En tiempos de crisis económica no se contrae la demanda, sino que, al contrario, la solicitud de asistencia sanitaria continúa creciendo con la misma tendencia que ha venido experimentando en las últimas décadas, y ello resulta imparable pese a la preocupación de los gobiernos por la contención del gasto farmacéutico. En España, por ejemplo, sigue incrementándose el gasto en medicamentos, y tanto el número de recetas emitidas como el coste medio de las mismas, aumentan de modo continuado. El crecimiento de la población, la mayor esperanza de vida y la preocupación creciente por el bienestar, entre otros muchos factores, hace que los gobiernos deban proveer a las poblaciones cuyos servicios de salud gestionan, el acceso cada vez mayor y más completo a la asistencia sanitaria. Ello no obstante, y en cierta medida debido a la propia crisis y a la ralentización de la actividad económica que conlleva, esto acarrea unos importantes problemas de financiación, que podrían llegar a constituir un obstáculo ya en el inmediato futuro.
Si enfocamos expresamente a la industria farmacéutica, además de la carga financiera que acarrea el problema de financiación de los gestores sanitarios en la actual situación, debe contemplarse también el enorme esfuerzo inversor que implica la investigación y desarrollo de nuevas moléculas, ya que el coste de los nuevos medicamentos innovadores tiene una tendencia enormemente creciente, a la vez que la dificultad de conseguir completar el espectro de fármacos existentes es cada vez más arduo y complejo. Sirva de ejemplo el dato de que si en 1996 se pudo disponer de un total de 53 nuevas moléculas por un coste de 17.000 millones de dólares americanos, en 2007 sólo se incorporaron al arsenal terapéutico 17 nuevas moléculas, que además supusieron un coste en investigación y desarrollo de 47.000 millones de dólares. Aproximadamente se ha logrado obtener sólo un tercio de los fármacos que hace diez años y ello con un coste casi tres veces superior.
Una consecuencia de esta tendencia en la I+D farmacéutica, se observa en cómo se ha entrado en los últimos cuatro años en un crecimiento plano en los mercados de atención primaria tradicionales, como pueden ser los antibióticos, los medicamentes para la hipertensión, diabetes, asma, úlcera y otras enfermedades de gran prevalencia entre las poblaciones de nuestro entorno. En estos ámbitos, además, los medicamentos genéricos van sustituyendo a los originales conforme vencen las patentes, y los inversores sopesan la situación, a la expectativa de cómo la industria farmacéutica se enfrentará al reto actual y de qué manera podrán acometer la necesaria innovación para mantener su curva de crecimiento.
Tendencias que enmarcan el nuevo paradigma. Sin duda, la gestión del conocimiento y la innovación deben posicionarse como términos referentes en los cambios que se deben acometer por parte de la industria farmacéutica ante los importantes movimientos que se han ido produciendo en el escenario económico relativo a la asistencia sanitaria y las ciencias de la salud. Y una de las decisiones que harán esto posible son las fusiones, absorciones, acuerdos y alianzas estratégicas entre compañías farmacéuticas, que está haciendo posible la existencia de nuevas compañías con un mayor potencial competitivo. La compra de Wyeth por parte de Pfizer, la de Schering-Plough por parte de MSD o la más reciente, la de Genentech por parte de Roche, dan una idea de la enorme envergadura de estos movimientos económicos que están creando nuevos gigantes en el sector farmacéutico.
Las nuevas tecnologías son, igualmente, un factor clave que enmarca el potencial desarrollo de la situación actual y que señala las vías de salida de la crisis. Es importante identificar a las nuevas tecnologías como enormes oportunidades, ya que están ayudando a aumentar nuestro conocimiento de las enfermedades: las nuevas técnicas de diagnóstico, o la investigación genómica, están abriendo nuevas puertas en la senda de la innovación y es nuestra responsabilidad traspasar con paso seguro estos nuevos umbrales. La genómica y la proteómica están contribuyendo ya a poder expandir el ámbito de las enfermedades tratables, ya que no debemos olvidar, por sorprendente que resulte, que la mayor parte de las patologías identificadas no son actualmente tratables, al no existir aún las drogas adecuadas para ello.
Las nuevas tecnologías, además, están favoreciendo la irrupción de la medicina personalizada, por la que Roche viene apostando de modo pionero desde hace tiempo, consistente en la capacidad de predecir la eficacia de los tratamientos para cada grupo de pacientes. Y no hablo de ciencia-ficción pues ya existen en el mercado chips genéticos y productos terapéuticos en esta línea, no destinados a cualquier paciente sino a los que reúnen determinadas condiciones. Téngase en cuenta que actualmente en un tratamiento tradicional entre un 20 y un 75 % de los pacientes, según los casos, no reciben un tratamiento efectivo y que sólo en EE.UU. hay más de 100.000 muertes al año debido a reacciones adversas a los medicamentos.
Las respuestas de la industria: el caso de Roche.
Roche ha asumido desde hace tiempo la necesidad de acometer cambios fundamentales en el modo en el que se proporciona la asistencia sanitaria, consciente de que la clásica diferenciación entre atención primaria y atención especializada ha llegado a su fin. Con la llegada del tercer milenio ha surgido un nuevo concepto que busca ocupar el puesto protagonista: la medicina individualizada, en el contexto de una asistencia sanitaria diferenciada que va a cambiar completamente el modo de acometer los tratamientos de múltiples e importantes enfermedades, como el cáncer, la diabetes, las hepatitis o las enfermedades renales. Nuestra voluntad, en un proyecto en el que ya hemos dado importantes pasos, es convertirnos radicalmente en una compañía líder en asistencia sanitaria “diferenciada”.
Para ello, apostamos por iniciativas que se inician, por ejemplo, con el análisis estadístico como base para la aprobación de medicamentos, y que irán evolucionando hasta lograr hitos como la estratificación de los pacientes por biomarcadores. Para entender un poco mejor este proceso, pensemos en cómo es el tratamiento tradicional para un caso de cáncer: la práctica habitual es localizar el tumor y llevar a cabo una histología, tras lo cual se aplica un tratamiento convencional, por ejemplo, con quimioterapia no selectiva, es decir, sin distinguir las células sanas de las enfermas y con importantes efectos secundarios. Hoy día, la biología molecular permite contar con terapias dirigidas a dianas específicas, lo que ya permite un logro terapéutico superior, pero ya están en marcha los tratamientos del futuro, basados en el perfil molecular, que harán posible un cuidado integral del cáncer al integrar el diagnóstico molecular con el tratamiento dirigido. De algún modo, los tratamientos basados en la experiencia individual del médico, en el que se sustituye una prescripción por otra cuando se detectan efectos secundarios o baja eficacia, lo que consume tiempo, dinero y calidad de vida, se irán cambiando por una información global para los médicos, permitiendo una prescripción racional “integrada”, agrupando a los pacientes por patrones genéticos, en donde el diagnóstico conlleva ya el tratamiento más aconsejable, por su seguridad y eficacia, a cada caso individual.
Esta es la razón por la que Roche apuesta por la necesidad de medicinas altamente diferenciadas que impacten positivamente en la salud pública, por lo que nuestra estrategia está enfocada en los productos diferenciados en diagnóstico y tratamiento. Claro está que contamos con la ventaja, que es un factor clave en nuestro desarrollo empresarial, de aprovechar las sinergias de nuestras áreas de Farmacia y de Diagnóstico, que hacen más cómodo el acceso al éxito en el camino emprendido. Este es nuestro modelo de negocio, al que también contribuye la adquisición de nuevas e innovadoras compañías biotecnológicas y el establecimiento de acuerdos de I+D a largo alcance. Siempre con la mirada puesta en el paciente, innovando para la salud, de modo que se logre el tratamiento más efectivo para cada grupo de pacientes.
Esta es nuestra visión sobre cómo debe responder la industria ante el cambio de paradigma que estamos percibiendo en nuestro sector específico, y con esa perspectiva estamos realizando ya importantes avances que nos confirman que esta decisión será un éxito, en primer lugar, para los pacientes, y también para nuestra compañía, siempre a la vanguardia en el cuidado integral de la salud, que proporciona soluciones innovadoras para la prevención, identificación, diagnóstico, tratamiento, evaluación y monitorización de enfermedades. Pero este éxito redundará también en beneficio de todos, de la industria farmacéutica en general y de todos los que de un modo u otro están vinculados a nuestra área de actividad, desde médicos y profesionales de la salud a autoridades públicas y gestores sanitarios y, en suma, también para la salud de la población que constituye nuestra razón de ser.
Peter Hug
Head Western European Pharma Operations de Roche Pharma
Artículo publicado en Executive Excellence nº59 may09