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Algunas lecciones aprendidas durante la crisis

(Tiempo estimado: 3 - 5 minutos)

Desde el último trimestre del año 2008 nuestro entorno económico cambió de forma dramática, sin que por el momento haya evidencias de que ese largo periodo de cambio e inestabilidad haya terminado. Aunque casi todas las consecuencias de esta profundísima crisis son negativas, hay algunas lecciones que las empresas “supervivientes” hemos aprendido, y que creo serán muy positivas para nuestro futuro. Me gustaría analizar algunas de ellas, y también algunas otras que no hemos aprendido, y que en mi modesta opinión, sería muy positivo que lo hiciéramos.

La primera gran lección de la crisis es que una empresa de cierta dimensión debe tener presencia internacional. En España, si repasamos las diferentes compañías con una determinada magnitud en los distintos sectores, llegaremos a la conclusión de que las que mejor han resistido la crisis son las que generaban una parte de su negocio en otros países. Es cierto que hay algunas excepciones muy relevantes, pero la gran mayoría de los supervivientes de la crisis teníamos, y hemos desarrollado más en estos años, un negocio internacional de relevancia. Sin embargo, en mi experiencia internacional, me sorprendo al ver que esto no es así en otros países. Quiero decir, es fácil encontrar compañías locales en países desarrollados que crecen, innovan y sobre todo, ganan dinero, sin salir de sus fronteras y que a veces nos miran a nosotros con cierta lástima al vernos luchar por desarrollar negocio fuera. Mi primera conclusión es que la crisis ha hecho a las empresas españolas más fuertes y más resistentes al impulsarnos a desarrollar más nuestra actividad internacional. 

El segundo aprendizaje tiene que ver con la eficiencia y la productividad. Uno siempre piensa que se puede tener una estructura más ligera y eficiente, pero desde luego yo no podía intuir en el año 2008 hasta qué punto se puede ganar en eficiencia cuando uno piensa que ya ha hecho todo lo que debía. De hecho, mi sensación en este momento es que debemos y podemos seguir mejorando nuestra eficiencia, porque la estructura óptima es un objetivo que, por definición, nunca se alcanza.

La tercera idea es sobre la posición óptima de deuda para afrontar una crisis. En los años anteriores al cambio de ciclo, las empresas sanas, con un negocio rentable y de una cierta dimensión éramos constantemente invitados a incrementar nuestro endeudamiento por las entidades financieras. Además, los rendimientos del capital son mayores con un cierto nivel de endeudamiento, por lo que casi todos los empresarios y gestores apalancábamos nuestros negocios hasta un determinado nivel, porque eso es lo que se esperaba de nosotros. Sin embargo, de una manera bastante drástica, el entorno cambió, y lo que antes estaba bien y no suponía ningún problema, pasó a convertirse en algo no deseable y que podía constituir un factor de riesgo. Los que en su momento fuimos muy prudentes en los niveles de endeudamiento de nuestros balances, hemos superado esa etapa sin tensiones en nuestra caja, pero muchos otros no han corrido la misma suerte. Durante la crisis hemos descubierto una debilidad de las compañías en nuestro país, que es la casi absoluta dependencia de los bancos para financiarse. Nosotros, aunque insisto tenemos un reducidísimo nivel de deuda, hemos decidido diversificar nuestras fuentes de financiación y emitir bonos que cotizan en el MARF (Mercado Alternativo de Deuda Fija). Creo que esta alternativa, u otras similares, diversifican el riesgo de las empresas y las hacen más resistentes a factores externos como la repentina y drástica reducción del crédito bancario que hemos vivido en España.

Otro factor fundamental en estos tiempos es la cultura de innovación. Los supervivientes de la crisis hemos desarrollado un gran espíritu innovador. Hemos descubierto, que en la medida en la que seas capaz de aprender rápido del mercado, de tus empleados o de tu entorno en general, cómo innovar en productos, soluciones y servicios, el “monstruo” de la crisis tiene más dificultades para devorarte porque mejoras tu capacidad de diferenciación y dentro del entorno de dificultad, mantienes tu negocio y tu margen. En mi opinión, la cultura de innovación constante es una condición necesaria para la supervivencia en una economía madura, especialmente en tiempos de crisis.

Hay sin embargo algunas cosas que deberíamos haber aprendido las empresas españolas en estos años difíciles y que en mi opinión no terminan de calar en la mentalidad de los empresarios y gestores, ni probablemente de los poderes públicos. Me refiero al amor por lo nuestro, a sentirnos orgullosos de ser españoles y también a colaborar entre nosotros. No me refiero a un sentimiento nacionalista, ni proteccionista, ni menos aún excluyente, sino al hecho de que para nuestro futuro, el de nuestros hijos y nuestro entorno en general, es fundamental que haya empresas españolas fuertes, con corporativos ubicados en España, que generen empleo de calidad y que compitan dentro y fuera contra compañías de otros países. Somos muchas las corporaciones que desde España competimos en algunos de los países más avanzados del mundo contra compañías locales, por ejemplo en nuestro caso, con tecnología y talento español y que luego nos vemos discriminados en procesos de compra por empresas públicas y privadas en España.

En mi opinión, la salida definitiva de la crisis acompañada de creación de empleo en cantidad y calidad, solo llegará de la mano de empresas fuertes e innovadoras, que desarrollen su negocio en España, que sean competitivas también en mercados internacionales y que estén comprometidas en el largo plazo con nuestro país.


 

Javier Martín, consejero delegado de Tecnocom.

Artículo publicado en Executive Excellence nº111 abril 2014


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